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Mientras Mando y Taila se preparaban para partir de nuevo como compañeros de viaje, Fennec Shand les hizo una pequeña visita. Al parecer, Boba Fett era el nuevo daimyo de Mos Espa, y necesitaba la ayuda del mandaloriano para asegurarse el gobierno de la zona, ya que estaba siendo amenazado por otras facciones.

Tras sopesarlo un momento, Taila y Mando decidieron que ayudarían a Fett y a Shand. Al fin y al cabo, ellos les habían ayudado a proteger al niño cuando había sido necesario.

Pero decidieron no posponer su viaje para ver a Grogu, pues era la prioridad de Mando en ese momento.

Ambos se montaron en el Totale, y el viaje al borde exterior fue tan tranquilo y cómodo como ambos se esperaban. Ya se conocían y eran amigos, y pues estaban acostumbrados a la presencia del otro. Mando no necesitaba comunicarse con Taila más que con gestos o pocas palabras, y aunque antes había llegado a creer que eso se debía a que ella era una Jedi, ahora sabía que era porque le comprendía y escuchaba, y, además, respetaba su cultura y sus límites.

Mando hacía lo mismo a todas horas, sobre todo cuando Taila anunciaba que necesitaba un momento para meditar. Mando se había dado cuenta de que lo hacía con más frecuencia que meses atrás, pero ella le seguía explicando las suficientes cosas sobre su entrenamiento como para saber que era algo positivo. Mando también se había dado cuenta de que la chica pasaba más tiempo en silencio, y que los comentarios que hacía cuando hablaba con otros eran siempre cordiales y acertados. Sólo cuando los dos estaban solos en la cabina de la nave ella parecía volver a su típica personalidad sarcástica que Mando recordaba, y aunque él no sabía lo que aquello significaba, la verdad era que le hacía feliz.

Aterrizaron en un planeta lleno de bosques y ríos, completamente verde y azul.

Taila parecía saber dónde hacerlo, porque al descender de la nave, el droide astromecánico R2-D2 les esperaba fuera.

Mando se dirigió a él en cuando la trampilla de la nave descendió.

—Hola, amigo. Busco a Skywalker.

R2 pitó alegremente al distinguir a Taila detrás del mandaloriano. Ella sonrió.

—Venimos a ver al niño, R2. A Grogu.

El droide volvió a pitar y comenzó a caminar frente a ellos para guiarles. Taila se volvió un momento hacia la nave, sorprendiéndose cuando sintió la mano de su amigo en su hombro.

—¿Lista? —le preguntó él.

—Sí —respondió ella de inmediato.

Comenzaron a caminar detrás del droide, y Taila podía sentir la emoción de Mando en la Fuerza. Caminaron entre los bosques durante un rato hasta llegar a la pequeña escuela que otros droides de Skywalker estaban construyendo.

STRUGGLE ━ The MandalorianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora