Regrese a la escuela, mi fuente de contacto con el mundo. ¿Debería simplemente abandonarla y convencer a la abuela de que es lo mejor?
Suspire, mirando a los estudiantes pasar frente a mi con sus mentes simples, metas comunes y preocupaciones tontas.
No necesito leer su mente para saber que me vigila. Sus ojos están clavados en mi desde que cruce la entrada. Puedo sentirlos, fijos en mi espalda, molestos.
Llego el mediodía, cuando se acerco a mi después de estar vigilándome toda la mañana. Que desesperante es no saber que es lo que esta pensado. Que es lo que realmente quiere.
Me senté en el lugar de siempre, bajo el árbol, con mi lonchera en mis piernas recién abierta. El aroma de la comida contenido salió disparado hacia mi nariz, provocando que mi estomago se quejara del hambre. Pero su llegada no me dejo comer en paz.
Nos miramos. El de pie, sus ojos mirando hacia abajo, tan fríos. Desde mi altura se ve alto y aterrador. Un autentico asesino. No quiero verme como el.
—¿Qué deseas?
—¿Has pensado en mi propuesta?
—Mi respuesta sigue siendo la misma. No.
—Tu habilidad seria muy útil para detectarlos. No tienes que hacer nada, solo ir a algunos lugares y escuchar lo que piensan. No es difícil, no tienes que esforzarte ni nada. Solo vas, te sientas, espías sus mentes y ya.
—Primero, no funciona así. A menos que la persona este pensando en ese momento lo que quiero saber, no tengo modo de enterarme. Segundo, sigue siendo NO.
—Puedes salvar vidas, Ninette. ¿Por que no lo piensas un poco mas?.
—No quiero convertirme en una homicida, gracias. Ni en cómplice. Olvídalo.
Ezra apretó los dientes, enfadado a simple vista con mi comportamiento. Su bloqueo fallo un segundo, no se si fue intencional o no, pero pude escuchar como una susurro lejano una larga lista de maldiciones dirigidas a mi persona. La palabra Terca se resalto mucho. El muro que protege su mente regreso de nuevo a su lugar como si nunca se hubiera debilitado.
No dije nada. Espere a ver lo que aria a continuación. ¿Intentaría convencerme usando la violencia u algún otro método?¿Se iría y me dejaría en paz? No tiene que temer que le valla con el cuento a la policia ni nada de eso, así que puede irse por donde vino en paz ¿verdad?
Tome una cuchara de mi lonchera y recogí el arroz con salsa de soja que me preparo la abuela. Ezra me miro comer en silencio. Lo ignore, imaginado que estaba sola, dentro de mi burbuja donde nadie podía molestarme. Hasta que termine de comer, guarde mis cosas en la mochila y me prepare para irme.
El timbre sonó justo a tiempo.
—Te presentare a otros mentalistas— dijo, deteniendo mi ida.
Lo miro de reojo.
—No te ayudare a matar a nadie, no importa lo que me ofrezcas.
—No me refería a eso. Déjame presentártelos. Una vez que los conozcas me entenderás, y luego dime si me ayudaras o no.
Lo pensé. Sigo reacia a la idea de ser participe en una cacería de humanos, o seres sobrenaturales, lo que sea. Pero conocer a otros como yo no es una mala idea, de hecho es justo lo que quería hacer.
—Okay—asiento.
***
Ezra me llevo a una casa común de dos pisos en un barrio apartado del centro bullicioso de la ciudad. Es un lugar tranquilo, con aceras limpias y ordenadas, vecinos amables y calles silenciosas. Un lugar pacifico, a menos que puedas oír lo que sucede detrás de esas paredes. Como la ama de casa que se divierte entre las sabanas con su cuñado mientras sus hijos juegan en el patio delantero; o el par de niños matones que golpean con sus puños a la victima del barrio.

ESTÁS LEYENDO
Mente_En pausa
FantasyDe principio, ser un adolescente no es fácil. Pero la vida se vuelve un infierno cuando puedes leer la mente. Nacer con esta "habilidad" me llevo al asilamiento de mi familia, al punto en que mis padres me enviaron a vivir a la casa de mi abuela...