Capitulo 16

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Quizás mi respuesta fue demasiado ruda. Gritar ¡NO! y salir a paso veloz de la cafetería no fue la mejor manera de manejar la situación. Después de todo, el me ayudo, a su manera, y no me asesino por haber descubierto su secreto. Pero su propuesta de ir con el a buscar y castigar asesinos de mentalistas no es tentadora, sobre todo cuando conozco muy bien su idea de castigo. No puedo ser parte de algo tan horroroso, sea que ellos se lo merezcan o no.

Regrese a casa de la abuela con mi cabeza dando vueltas pues resulta que la duda que me acompaño por diecisiete años fue resuelta en una tarde en cuestión de minutos. ¿Qué soy?¿Por que soy así?¿Por que puedo oír los pensamientos de las personas? Ahora puedo responder esas incógnitas. Soy una mentalista. Un ser humano que por razones desconocidas nació con una zona de su cerebro mas desarrollada que un humano promedio, lo que ocasiono que alcanzara un porcentaje mayor de mi capacidad cerebral que el 10% que todos los humanos poseen.

Y no soy la única.

Bueno, quizás si sea la única que pueda leer las mentes, aunque lo dudo por que el termino telepatía no vino de la nada, pero hay mas con cerebros súper desarrollados como el mío por ahí. Y el único que conozco hasta ahora es un vengador sangriento y cruel.

Recordé sus pensamientos cuando Eli lo enfrento en la escuela. Estaba tan llenos de ira e intención asesina. Ella no tiene nada que ver con lo que sea que hizo su novio, es completamente inocente en ambos casos, pero por el simple hecho de suplicar por el Ezra quería lastimara. Eso no es normal. Es mas que venganza, es un odio casi ciego.

¿Qué cosas habrá pasado que lo llevaron a pensar así?

No. No. No iré por ese camino de compadecer al villano, no voy a caer en eso. Esta es la vida real, no un cómic de ficción. En esta historia solo tengo los hechos del lado del asesino al cual no puedo leerle la mente; tengo la sensación de que no me mintió pero seria idiota si confiara al 100% en su palabra.

Además, las cartas de tarot dijeron que tuviera cuidado en quien confió.

El autobús se detuvo en la solitaria parada de la carretera. Me baje y camine hacia la bicicleta que me esperaba cubierta de las hojas otoñales que cayeron a su muerte.

El otoño es la estación de los cambios. Y tengo la sensación de que habrá muchos en mi vida a partir de ahora.

Saber la verdad sobre lo que soy abrió la caja de Pandora.


***


Se que no se rendirá con sus planes de agregarme a su casería. Entonces ¿Qué debería hacer?

¿Qué me ofrecerá a cambio de mi ayuda? Me gustaría saber. En realidad, solo quiero conocer a mas como yo. Es normal desear alguien con quien hablar de todo lo que pasa por mi cabeza sin temor a ser juzgado. Alguien que me comprenda, a quien no tenga que ocultar cosas o filtrar información, solo... alguien con quien hablar.

Sueno tan desesperada por atención. Tan solitaria.

Pero así a sido toda mi vida. Soledad. De no ser por mi abuela, abría perdido la cordura hace mucho tiempo. Ella es quien me mantiene de pie sobre la tierra, pero aun así hay cosas de las que no puedo hablar con ella.

Llegue a mi casa después del paseo por el bosque. Entre, me di un baño largo y relajante con agua caliente para relajar mis músculos tensos. La realidad se difumino con los recuerdos, el agua se mancho de sangre.

Grite.

Una mano se aferro y tiro de mi. Me arrastraba a un abismo oscuro, no quiero ir allí. Si caigo, jamás podre regresar. Puedo verlo, en el fondo, los cuerpos amontonados, los secretos guardados, las mentiras escritas con sangre en las rocas. No quiero ir allí. No quiero bajas, no quiero caer.

Me sigue arrastrando arrastrando al abismo. Me sacudo, pero el agarrare es fuerte y no me deja ir. Uñas se clavan en mi carne, negándose a liberarme, como las garras del monstruo bajo mi cama. Tengo que liberarme. Tengo que..

—¡¡¡NINETTE!!!

Desperté.

Era un sueño. ¿O esto es un sueño?

Su miedo y dolor se mezclan con el mío, haciéndome difícil distinguir a quien pertenece lo que siento. ¿Es mío?¿Es de ella?¿Es nuestro?¿O no es real?

—Abuela...—gemí, perdida en un mar de caos, aferrándome a la única realidad —Abuela, creo que estoy enloqueciendo.


***


Acostada y arropada en mi cama, con una taza de leche caliente entre mis manos y un plato de galletas de chocolate a mi lado, me sentí mejor. La abuela se sentó en mis pies, apretando y presionado con sus dedos distintos puntos de mis piernas, relajándome.

—¿Qué hice?— pregunte en un susurro cuando note las marcas rojas en los brazos de la abuela, que poco a poco poniéndose morados.

—Te quedaste dormida en la ducha, luego empezaste a gritar— dijo con una voz suave y baja, sus recuerdos de mi e el baño acuclillada en el suelo gritando, con mis manos apretando mi cabeza... no, mis oídos. —Intente despertarte, pero me atacaste como si fuera tu enemigo... ¿Qué estabas soñando?

No estaba soñando. Suspire.

—Abuela, esta empeorando—mi voz se quebró, un nudo se atasco en mi garganta y ardía. Igual que mis ojos.

—Lo se, lo note. Tus jaquecas son cada vez mas fuertes y mas frecuentes. Te ves mas enferma a cada día que pasa, apenas duermes, ah...— suspiro, su preocupación tan evidente en su rostro como en su mente.

—Hoy conocí a alguien— confesé, aunque no lo tenia planeado, necesitaba hablarlo con alguien, sacar de mi un poco de esa presión en mi pecho —Me dijo que es lo que soy. Por que yo... soy así.

Las manos de ella se detuvieron un momento por las sorpresa, su mente en blanco. Al final cuando termino de comprender lo que dije, despertó la curiosidad y la contante preocupación hacia mi aumento.

—El dijo que soy un mentalista. Un humano que desarrollo mas una parte del cerebro que una persona común, aumentando su capacidad cerebral. Y eso me da... nos da habilidades especiales.

Le conté todo lo que Ezra me explico. Ella se quedo en silencio, dando vueltas a todo lo que dije. Desarmándolo y armándolo en partes como un rompecabezas. No pareció comprenderlo del todo, pero me sonrió.

—No importa lo que eres— dijo —Lo importante es quien eres.

'Te amo por que eres mi nieta, lo demás no importa' pensó.

Deje la taza de leche en la mesa de luz junto a las galletas y la abrace. Recosté mi cabeza en sus piernas, oliendo el perfume para la ropa de jazmín que tanto le gusta.

'Quizás esa persona sepa como ayudarte' escuche su esperanza.

—Abuela, gracias. Por todo.

—Hay mi niña, entre familia las palabras como gracias y perdón no son necesarias.

Mente_En pausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora