Capítulo 1.

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1. "Últimos rayos de verano"

Mi mente estaba completamente desorbitada. Mi cabeza retumbaba. Fruncía el ceño a medida que la luz que pasaba por las pequeñas rajas de las persianas me daba, sin ningún impedimento, en los ojos.

Mi mano acudió a mi sien, acariciándola suavemente.

Cerré los ojos y dejé caer mi cuerpo sobre la cama. La idea de Sharon de arrastrarme hasta lo que era su rutina últimamente, no había funcionado del todo. Y menos, sabiendo que en cuestión de horas, cogería un avión que me llevaría de regreso a la vida que tanto había ansiado despedir.

Miraba al techo intentando recordar qué fue lo que ocurrió la anterior noche, pero lo único que recordaba era mi cuerpo tambalear entre las personas que bailaban al son de la música.

De nuevo llevé mis manos al rostro, esta vez tapándolo por completo y dejando que ellas mismas me cubriesen de la luz que me estaba desquiciando.

-¡Vaya! Pensé que nunca te despertarías...

La puerta de mi habitación fue abierta por el dueño de esa voz.

Inmediatamente me incorporé, tapándome con las sábanas todo el cuerpo.

Era un chico alto, de metro ochenta quizás. Sus ojos eran de color claro, no podía distinguirlo bien, pero se aclaraban cada vez que un rayo de los que se metían por la persiana le daba de lleno en ellos. Su pelo moreno formaba un pequeño tupé con su flequillo al principio. Sus facciones eran delgadas y sus labios no muy grandes. Su nariz algo redondeada. Era más bien delgado, aunque algo tonificado.

Tragué saliva cuando dejé de describirle en mi mente, y me obligué a articular palabra.

-¿Q-quién eres tú? - Pregunté, asustada.

-Creo haberte repetido mi nombre unas cinco veces.

Sacudí mi cabeza y observé como el chico, con total naturalidad, se agachó a recoger su camisa y colocársela.

Arqueé mi ceja y ni siquiera tenía fuerzas para escandalizarme.

-¿Has dormido aquí? - Pregunté.

-Exactamente, ahí.

Señaló la parte derecha de la cama que había sido mía durante el verano.

-¡No me jodas! - Exclamé.

-Oh, vamos. Tampoco es para tanto...

-No me acuerdo de nada, ni siquiera de tu nombre.

-Creía que podría conservar la intriga un poco más, pero no quiero sacar la mala persona que llevo dentro tan pronto. Soy Christopher. - Respondió.

-¿Cómo coño has acabado en mi cuarto?

-Bueno, nos conocimos en el bar donde tú y tus amiga estabais delirando. Tras unas continuas miradas cómplices, te acercaste a mí y me sacaste a bailar. Después me preguntaste mi nombre, y luego me contaste que hoy volverías a tu ciudad...

Mi gesto iba sorprendiéndose a cada palabra que ese tal Christopher pronunciaba.

-Y bueno, quizás lo demás ya sea evidente...

-¡Claro que no lo es! Joder... ¡Maldita sea!

-Oye, Abbie... No tienes de qué preocuparte. Recojo esto y me largo.

-No pretendo ser grosera, Christian, pero...

-Christopher. Soy Christopher.

-Sí, Christopher.

DARK WHISPERS #Whispers2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora