Capítulo 18.

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Nadie se movía en el interior de la caseta. Toda la gente respetaba sus puestos.

—Tenemos que conseguir escuchar lo que dicen, Abbie. – Impuso Harry.

—¿Cómo?

—Entrando.

—¡¿Entrando?! ¡¿Estás loco?!

—Necesito saber qué coño pasa, Abbie. ¿No te das cuenta? He estado años en ese bando y sé de lo que son capaces. Sea lo que sea lo que están tramando, no es nada bueno.

—¡¿Y qué diablos vas a solucionar tú?!

—Quizás nada o quizás todo, pero necesito saber qué traman.

Contuve el aire cinco segundos, que fueron los suficientes para que Harry comenzase a andar para dar la vuelta a la casa.

—¿Dónde vas? – Exclamé, susurrando.

—Detrás hay una entrada al tejado. Desde ahí podremos entrar a la habitación de arriba.

Cerré los ojos, mordí mis labios y me maldije. Pero era lo que debía de hacer. Quizás por Harry, por Sharon o quizás incluso por mí.

Había arriesgado una serie de veces mi vida y esta iba a ser otra anécdota que apuntar en la que podría definirse como la versión más personalizada de death note de Abbie Evans.

El chico empezó a forzar una pequeña puerta que había en la fachada. Tras tres intentos fallidos con las manos, le dio una leve patada y la puerta se partió. El chico se adentró, encendiendo la linterna de su móvil. Una vez inspeccionó el interior, se asomó para avisarme de que podía pasar.

Con el terror aferrado en mi interior, pasé. Observé lo poco que la linterna de Harry me dejaba ver. Era un cuarto lleno de madera antigua. Un sofá cochambroso y un espejo roto. Quizás la gente que vivía aquí lo usaba de sótano.

El chico avistó las escaleras que subían al tejado. Cerré los ojos y comencé a subirlas detrás de él.

Temía el momento en el que pudiesen descubrirnos.

De nuevo una pequeña puerta que llevaría al tejado. Harry lo alumbró con la linterna y ambos vimos un enorme candado que ataba una cadena, cosa que nos iba a impedir salir al interior.

—¡Mierda! – Exclamó.

—Rómpelo.

—¿Con qué?

—Con una de esas maderas que había abajo.

—Bien.

Saqué mi móvil y prendí la linterna. Bajé de nuevo esas temibles escaleras de madera, que sonaban a cada paso que dabas. Busqué alguna de las maderas que podían servirnos y, afortunadamente, encontré una especie de martillo. Estaba oxidado pero era lo que iba a ayudar a romper el candado.

De nuevo subí las escaleras y le tendí la herramienta a Harry. El chico sonrió satisfecho cuando vio que eso nos iba a ser de gran ayuda.

Tras cinco embestidas, casi seis, el candado se abrió y la puerta pudo ser abierta.

Harry me tendió la mano para que fuese yo quien saliese primero, y así lo hice. Salí con un poco de desequilibrio al tejado. La mayoría de las tejas estaban rotas.

Cinco segundos después, Stewart estaba a mi lado.

—Tenemos que entrar sigilosamente a la habitación. Después, encontrar algún sitio de la casa donde podamos ver todo lo que pasa. – Informó.

—¡¿Cómo diablos vamos a hacer eso sin que nos pillen?!

—Buscaremos el modo, Abbie. Confía en mí.

DARK WHISPERS #Whispers2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora