MAR DEL OCASO

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Otra vez volvía a estar allí.

Cuando la vio por primera vez desde la proa de su barco, después de semanas sin avistar tierra, aquella isla parecía un lugar encantador. Ahora, vista a lomos de la dragona que la transportaba, después de todo lo que ocurrió en ese lugar y todo lo que ha ocurrido después, esa isla le parecía ahora un lugar fantasmal.

Arya sintió un fuerte deseo de hacer que Missandenna diera la vuelta y regresara a Poniente. Sin embargo, era posible que en aquel lugar hubiera algo que les ayudase a derrotar ese mismo mal que ella misma había liberado, por lo que tenía que ir.

Sobrevoló la isla hasta llegar a aquel pequeño valle entre las montañas con aquella espantosa estatua en el centro, delante de la cual aterrizó. Los restos de sus hombres aún estaban ahí, esparcidos por el suelo y, dentro del túnel, también estaban los restos de los hombres que se atrevieron a entrar con ella. Todo aquello no hacía más que aumentar su sentimiento de culpa, ya que ella era responsable de aquellas muertes. 

Caminaba cuidadosamente por el túnel, portando en una mano una antorcha y en la otra a Aguja, lista para utilizarla en cualquier momento. Antes de partir le dijeron que lo más seguro era que el lugar estuviera vacío una vez el Líder de los Profundos pudo largarse de allí, pero ella no quería bajar la guardia en ningún momento.

Finalmente, llegó a las puertas. Dos grandes y sólidas puertas hechas de piedra negra aceitosa que ahora estaban abiertas. Aquellas puertas mantuvieron al Líder de los Profundos retenido allí durante miles de años. Aunque, no solo fueron las puertas las que pudieron retener a semejante bestia. Sobre estas había grabados símbolos que, seguramente, serían hechizos que le impedirían poder atravesarlas, por lo que no dudó en copiarlos en el pergamino. También copió los símbolos del panel que pulsó para abrir las puertas y los símbolos que había grabados por las paredes.

Una vez tenía lo que había ido a buscar, se marchó de allí a toda prisa, ya que cada minuto que pasaba en aquel lugar le producía escalofríos. Mientras caminaba de prisa por el túnel en dirección a la salida, escuchó los rugidos de Missandenna que venían desde fuera. Esto le hizo correr y, una vez logró salir al exterior, se quedó horrorizada ante lo que vio.

Aquel valle, que antes de entrar estaba completamente vacío, ahora se encontraba lleno de Profundos. Sus temores se habían hecho realidad. Aquellos repugnantes seres corrían hacia donde estaba ella. La dragona trataba de contenerlos escupiéndoles fuego, pero estos eran demasiados y tarde o temprano terminarían superándola. 

Unos pocos Profundos que habían logrado esquivar las llamas se abalanzaron sobre ella, pero logró esquivarlos hábilmente y darles muerte con Aguja y su daga de acero valyrio, la cual desenfundó a toda prisa. Sin embargo, sabía que aquello era una batalla perdida, tarde o temprano, los Profundos superarían el fuego de Missandenna y, pese a sus habilidades, no podría contenerlos a todos. Afortunadamente, ya tenía lo que había ido a buscar allí.

– Hay que irse de aquí –dijo tras rebanarle la garganta al último de los Profundos que había logrado burlar el fuego de la dragona.

A toda prisa, corrió hacia Missandenna y se subió de un salto a lomos de la dragona, la cual no tardó en emprender el vuelo. Los Profundos corrieron tratando de alcanzarla. Uno de ellos logró saltar y agarrarse a una de las patas traseras, haciendo que su peso hiciera que la dragona comenzara a descender. Pero Arya no perdió el tiempo he hizo que el Profundo se soltara desgarrándole la muñeca con Aguja. Cuando el Profundo soltó la pata y calló al suelo, la dragona comenzó a ascender a toda prisa, alejándose todo lo posible de la marabunta de Profundos que se estaba formando abajo.

Una vez la dragona llegó a gran altura, dejó de ascender y se quedó parada, aleteando para mantenerse en el aire. Arya respiró aliviada al tiempo que acariciaba a Missandenna. De no ser por ella, habría tenido una muerte segura allí abajo.

Desconocía si eros Profundos fueron los mismos que despedazaron a sus hombres la primera vez que estuvo en esa isla, pero estaba claro que si permanecían aún en la isla y no se habían unido al ejército de su Líder era porque este los había dejado allí para vigilar el lugar. Y la única razón de que el Líder de los Profundos quisiera que vigilaran lo que antes fue su prisión era que allí dentro hubiera algo que no quisiera que encontraras, algo que podría ayudar a derrotarlo. De ser así, esperaba que, fuera lo que fuera, estuviera en los grabados que había copiado en el pergamino, ya que no pensaba regresar a esa isla si no era con un ejército y, a ser posible, unos cuantos dragones más.

Debía regresar lo antes posible a Desembarco del Rey y entregarles el pergamino. Se iba a disponer a indicarle a la dragona volar inmediatamente al este cuando algo en el oeste llamó su atención. Miró más atentamente y sus ojos se abrieron como platos al ver que se trataba de tierra. A la distancia que estaba de la isla era imposible verla a ras del suelo pero, desde el aire y a aquella altura, podía verse en el horizonte. Aquello no era una simple isla, sino una basta extensión de terreno.

Arya se quedó boquiabierta al comprobar lo cerca que estuvieron de descubrir un nuevo continente. Desgraciadamente, antes tuvieron que toparse con esa isla maldita. Le hubiera encantado volar hacia aquel lugar y explorarlo, pero tenía una misión que cumplir, así que no le quedó más remedio que emprender el vuelo de regreso hacia el este. Sin embargo, si lograba sobrevivir y acabar con la amenaza de los Profundos, no dudaría en dirigirse a ese lugar y explorarlo. Se había dispuesto a descubrir que había más allá del Mar del Ocaso y no iba iba a desistir ahora, que sabía que había algo más que agua en el final del viaje.


DAENERYS TARGARYEN: EL REGRESO DE LA REINA DRAGÓNWhere stories live. Discover now