DESEMBARCO DEL REY

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La preocupación se dibujaba en el rostro de Tyrion al tiempo que leía aquel rollo de cuervo que acababan de llevarle. Al instante hizo llamar al rey y reunió de urgencia al Consejo Privado, a quienes les anunció las malas noticias que tanto llevaba esperando.

– Acaban de informarme –dijo a los presentes mientras sostenía en alto el rollo de cuervo –que la flota de Daenerys Targaryen ha partido hace unos días de Meereen. En estos momentos estará cruzando el Mar Angosto. No tardará en llegar a Rocadragón.

– Por suerte, la isla sigue deshabitada –dijo Davos.

– Deberíamos enviar nuestras fuerzas allí –dijo Bronn –. Rocadragón es un punto muy estratégico y podríamos formar allí una buena defensa contra ella. Además de que la dejaríamos sin puerto donde desembarcar.

Davos negó con la cabeza.

– Dejaríamos Desembarco del Rey desprotegido. Además, Rocadragón no es el único puerto que tiene. Las Tierras de la Tormenta y las Islas del Hierro le juran lealtad abiertamente. Y, ahora, hemos perdido Dorne también.

Bran se maldijo por dentro. Si hubiera puesto algo más de atención a Dorne, hubiera visto venir el golpe de Arianne Martell y hubiera hecho algo al respecto. Ahora era tarde. Ese tal Gerold Dayne gobernaba Dorne en nombre de Arianne y había cortado los lazos con la Corona. Y con una Sacerdotisa Roja a su lado no podía utilizar su poderes contra él.

De cara a sus súbditos, decidió quitarle hierro a lo de Dorne.

– Nosotros tenemos el apoyo del Norte –dijo Bran mientras miraba a Sansa, quién asintió con la cabeza –. Lo importante es Desembarco del Rey. Aquí es donde se producirá el gran ataque. Daenerys nos atacará con todas sus fuerzas esperando ganar la guerra de un solo golpe. Pero, la estaremos esperando. Por eso he ordenado a los reinos que aún nos son leales que envíen TODOS sus ejércitos a la ciudad.

Tyrion lo miró ceñudo.

– No sé me notificó esa orden.

– La di esta mañana yo mismo –continuó el rey sin tan siquiera mirarle –. Como rey, no me hace falta pedir permiso.

– Pero, Majestad –continuó Tyrion –, ahora mismo los reinos están muy revueltos. La persecución que inició contra los adoradores del Señor de la Luz está causando el descontento de mucha gente y esto está generando revueltas por todo el territorio. Los señores no podrán defender sus tierras si los dejamos sin tropas. Cundirá el caos en nuestros territorios mientras los reinos fieles a Daenerys se mantienen estables.

– Un pequeño precio que tenemos que pagar por la victoria –continuó el rey de forma indiferente –. Además, cuando derrotemos a Daenerys, volveremos a restablecer el orden en los reinos.

– Para entonces, mucha gente habrá muerto –insistió el enano –. Y muchas ciudades y aldeas quedarán destruidas.

– Mucha gente morirá si esa loca se corona reina de los Siete Reinos –intervino Sansa –. Hermano, puedes contar con los ejércitos del Norte. Al principio, no me convencía la idea de dejar mi reino desprotegido, pero la prioridad ahora es acabar con la hija del Rey Loco. En cuanto finalice el Consejo, daré la orden para que los ejércitos norteños vengan a la ciudad cuanto antes.

Bran asintió con una ligera sonrisa.

– Cuando Daenerys nos ataque, estaremos preparados. He ordenado también colocar más escorpiones en las murallas y en nuestros barcos. La ciudad estará blindada contra los dragones.

– No creo que sirva de mucho –intervino Bronn –. Drogon conoce muy bien los escorpiones y sabe esquivarlos. Cuando le clavé aquella flecha en los Campos de Fuego, lo único que conseguí fue hacerle más prudente.

DAENERYS TARGARYEN: EL REGRESO DE LA REINA DRAGÓNWhere stories live. Discover now