DESEMBARCO DEL REY

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En el Salón de la Mano, sentado frente a su escritorio, Tyrion no paraba de beber, llenándose la copa de vino en cuanto esta quedaba vacía. Acababa de recibir las últimas noticias de lo que estaba sucediendo en los reinos que aún controlaba la Corona. Cumpliendo las órdenes del rey, los templos que adoraban al Señor de la Luz estaban siendo quemados y las personas que profesaban esa religión estaban siendo perseguidas y ajusticiadas. Pero también estaban sufriendo la cólera del rey todo aquel que se atreviera a dar refugio a los perseguidos o cualquiera que tuviera lazos con ellos. Esto estaba generando un clima de descontento entre la población que no paraba de crecer y en las ciudades no paraban de estallar revuelta, llevando el caos a los reinos.

Todo lo contrario ocurría en los reinos fieles a Daenerys Targaryen, los cuales rechazaban las órdenes de la Corona y a Bran como rey. Hasta entonces, solo las Islas del Hierro y el Reino de la Tormenta se habían unido a Daenerys. Sin embargo, hacía unos días le llegó la noticia de que Dorne también se había unido a la Reina Dragón. El Príncipe que les había jurado fidelidad había sido asesinado y un tal Gerold Dayne había reclamado Lanza del Sol en nombre de Arianne Martell, la hija desterrada de Doran Martell, quién había jurado fidelidad a Daenerys. 

Todo eso se lo explicó Gerold en una nota que el envió junto con una cesta en cuyo interior estaba la cabeza del Príncipe asesinado. Bran intentó de nuevo utilizar su poderes para ver si podía controlar a ese Gerold y poner de nuevo a Dorne del lado de la Corona antes de la llegada de Arianne con Daenerys, pero de nuevo se encontró con una sacerdotisa roja bloqueando sus poderes. 

De todas maneras, Bran no mostraba mucha preocupación, ni por Dorne ni por Daenerys. Cada vez pasaba más tiempo en sus aposentos, con su mente viajando a otros sitios. Él, mientras, debía encargarse de la defensa del reino, algo que cada vez le era más difícil.

Sin embargo, su mayor preocupación era que, cuando aún se recuperaban de los daños sufridos de las anteriores guerras, Poniente se veía abocado a una guerra más. Debía de impedirlo como fuera y la única manera era quitar de en medio de nuevo a Daenerys. Y solo había una persona que pudiera ayudarlo en ese cometido.

Un maestre al que había hecho llamar llegó en esos momentos.

– ¿Deseáis algo, mi señor?

– Si, quiero que enviéis un cuervo cuanto antes.

– ¿A dónde queréis enviarlo?

– Al Castillo Negro. Es un mensaje para la Guardia de la Noche.

DAENERYS TARGARYEN: EL REGRESO DE LA REINA DRAGÓNWhere stories live. Discover now