DESEMBARCO DEL REY

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Habían pasado ya varias semanas desde que llegó aquel mensajero de Rocadragón, pero Tyrion y Jon aún seguían dándole vueltas a lo que había allí escrito. Ninguno de los dos entendía a que estaba jugando Daenerys. No creían que hubiera cruzado el Mar Angosto por segunda vez solo para reclamar un puñado de islas, por mucho que estas pudieran tuvieran un significado emocional para ella por motivos familiares. Ella estaba tramando algo, no tenían la menor duda. El problema era que no sabían lo que era.

Los dos solos en el Salón de la Mano debatían sobre el asunto.

– Está jugando con nosotros, no hay ninguna duda –dijo Jon.

– Así es –respondio Tyrion –, pero ya ha jugado demasiado. Cuando llegué a Rocadragón con ella, se moría de ganas por atacar Desembarco del Rey y tomar los Siete Reinos de golpe. Me costó mucho convencerla de que se tomara las cosas con calma. La paciencia no es una de sus virtudes.

–Ella no debe ser ya la misma después de lo ocurrido. Debe haberse vuelto más prudente.

– Puede ser. Pero, esto es muy raro. Al igual que lo de la Flota del Hierro.

Jon frunció el ceño.

– ¿Qué ocurre con la Flota del Hierro?

– Bran me dijo que está recorriendo las costas de Dorne y el Reino de la Tormenta. Van de puerto en puerto recogiendo gente, como si estuvieran evacuando esos reinos. Y no solo eso. mis Informadores afirman que esos tres reinos se están preparando para ser atacados.

Jon se puso más ceñudo.

– ¿Para que querría evacuar esos reinos? Su ejército supera al nuestro y tiene más dragones que antes. Sería una locura que la atacásemos nosotros.

Tyrion resopló.

– Solo queda una opción. Quiere que nos volvamos locos y nos destruyamos unos a otros mientras esperamos a que ataque. Y lo está consiguiendo. En las calles la gente está muerta de miedo. No paran de mirar al cielo temiendo que otro dragón destruya la ciudad. Además, los recursos empiezan a escasear. Tenemos que alimentar a los ejércitos del Oeste, el Dominio, el Valle y los Ríos, además de los norteños, y eso está haciendo que las provisiones de la ciudad se agoten. Todavía recuerdo como la población de la ciudad, hambrienta, se levantó contra el idiota de mi sobrino cuando reinaba. De momento, tan solo ha habido algunas pequeñas revueltas en el Lecho de Pulgas, pero es cuestión de tiempo que la ciudad entera se levante contra nosotros.

– ¿No llegan más provisiones de los otros reinos?

Tyrion negó con la cabeza.

– Fuera de la ciudad las cosas no marchan mejor. El país está sumido en el caos y eso ha dejado los campos abandonados. La mayoría de los campesinos huye a los reinos fieles a Daenerys y, los que no lo hacen, están escondidos o muertos. He enviado divisiones para que recorran los reinos en busca de alimentos, pero no son muy numerosas para recorren todo el territorio en poco tiempo. Bran no me deja sacar muchos soldados de la ciudad.

Jon también resopló.

– Quizá sea eso lo que quiere. Ver como nos destruimos los unos a los otros mientras espera a quedarse con los restos de la mesa, como bien dices. Sin embargo, hay algo que no encaja. No me parece algo propio de ella.

Tyrion dejó con fuerza sobre la mesa la copa de vino de la que había estado bebiendo continuamente todo el tiempo.

– No empieces otra vez, Jon –dijo con brusquedad –. Sé que aún la amas. Pero ella ya no es la misma. Tampoco creíamos que fuera capaz de asesinar a inocentes y lo hizo. Debemos olvidar ya a la reina salvadora que creíamos que era. 

DAENERYS TARGARYEN: EL REGRESO DE LA REINA DRAGÓNWhere stories live. Discover now