Todos creían que su tiempo había pasado. Que con su muerte se había terminado su reinado y la Casa Targaryen jamás volvería a regir los Siete Reinos. Pero se equivocaron. Daenerys Targaryen ha vuelto de entre los muertos dispuesta a recuperar lo que...
El Consejo Privado se encontraba reunido. Tyrion Lannister lo presidía como Mano del Rey. A un lado de la mesa se encontraban Davos Seaworth, Consejero Naval, y Sam Tarly, el Gran Maestre. Al otro se encontraban Bronn de Aguasnegras, Consejero de la Moneda y Señor de Altojardín, Brienne de Tarth, Lady Comandante de la Guardia Real, y Yhon Royce, quién había sido nombrado recientemente Consejero de Edictos. Ya solamente quedaba nombrar a un Consejero de los Rumores.
Precisamente, eso era lo que estaban debatiendo en esos momentos. Cada uno proponía a sus candidatos. Sam tenía a algunos Maestres de la Ciudadela, mientras que Ser Davos había pensado en algunos tipos a los que conoció en su época de contrabandista. Bronn, en cambio, pensaba que era una pérdida de tiempo tener un Consejero de los Rumores cuando ya su rey era el mismo Cuervo de Tres Ojos.
En ese momento, como si lo hubiese escuchado, Bran entró en la sala sobre su silla de ruedas, la cual empujaba Podrick Payne. Todos se pusieron en píe al instante mientras Podrick colocaba al rey en el extremo de la mesa.
– Disculpadme, majestad –se disculpó Tyrion –. Me habían comunicaco que hoy tampoco asistiríais al Consejo, por eso no os esperamos.
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Bran alzó una mano en señal de calma.
– Es cierto, no tenía pensado asistir. Sin embargo, estando en mis aposentos he tenido una visión que me ha hecho asistir para avisaos de un gran peligro.
– ¿Habéis encontrado a Drogon? –preguntó Sam interesado.
Bran asintió.
– ¿Dónde está? –preguntó Royce, también interesado.
– Hace poco estuvo en Valyria.
– Allí lo vi yo una vez cuando Jorah Mormont me llevaba prisionero –le interrumpió Tyrion –. Debe tener un vínculo con ese lugar debido a la historia de esa ciudad con los dragones.
– Bueno, Valyria está bien lejos –dijo Bronn mostrando indiferencia –. Por mí, que se quede allí para siempre. Lo último que necesitamos es que esa bestia regrese buscando venganza.
– No lo creo –replicó Bran –. Ahora no tiene motivos para vengarse –los presentes arquearon las cejas –. Quién si los tiene es Daenerys Targaryen.
– Daenerys Targaryen está muerta, mi señor –replicó Tyrion ceñudo.
– Ahora ya no. Ha sido resucitatada.
Todos los presentes abrieron los ojos como platos.
– ¿La han traido de nuevo a la vida? –preguntó Brienne perpleja –. ¿Cómo hicieron con Jon Snow?
Bran asintió con la cabeza sin decir nada.
– ¿Quién ha hecho una monstruosidad como esa? –preguntó Royce perplejo.
– Una sacerdotisa del Señor de la Luz, seguro –dijo Davos.
– Vos lo veríais en vuestras visiones, majestad –le dijo Tyrion a Bran.
