Ha pasado una semana desde la muerte de Mackenzie Kainday. Pauline Edevane decidió posponer la fiesta en honor a su hija como un gesto de respeto hacia la familia Kainday, que estaba invitada. Un gesto que parece muy considerado por su parte pero que, desde luego, solo es otra de sus artimañas para quedar bien ante las cámaras, a juicio de Paul.
El joven lee la prensa mientras se toma un café. Riley ha venido a verle con su hijo Will, que está revoloteando por el salón. El niño de tan solo tres años tiene rasgos africanos muy marcados heredados de su padre. Sin embargo, ha sacado los ojos marrones de su madre. Su piel es algo más clarita que la de su padre pero sigue siendo mucho más oscura que la de su madre o la de Paul.
—¿Has averiguado algo sobre la muerte de Mackenzie Kainday?
—No mucho más de lo que pude averiguar con los otros asesinatos —le contesta, dejando el periódico sobre la mesa.
—¿Cómo llegaste allí tan rápido? Las patrullas no llegaron hasta veinte minutos después y tú declaraste que estuviste allí desde el principio.
—Fue algo extraño. Si te lo explico, pensarás que estoy loco.
—¿Loco? ¿Cómo iba a pensar yo algo así de ti? —se ríe ella—. Va, cuéntamelo.
Paul comienza a explicarle su encuentro con Joel y el contenido del libro que le dio. Le explica que pensó que era una declaración de intenciones en toda regla y que fue allí para comprobar que todo estuviera bien con Nathalie. Le habla sobre la supuesta Chiara Bianchi y la forma en que los demonios matan a las personas. Incluso, le muestra el libro, en el que ha subrayado las frases más relevantes.
Riley no sabe qué decir. No entiende que un chico pudiera entregarle este libro a modo de advertencia. Se estaría poniendo en peligro a sí mismo. ¿Y para qué querría hacer eso?
De pronto, se escuchan unos golpes en la puerta. Paul es el que se dirige a abrir. Cree que puede ser Jason. Últimamente, ha recibido muchas visitas suyas. Sin embargo, no tiene esa suerte. Al otro lado de la puerta, se encuentra nada más y nada menos que Rennè Moureau.
Nathalie no ha dejado de pensar en Mackenzie. Por muy mala que hubiera sido con ella, no se merecía morir, al igual que Luke. No puede parar de pensar en que, mientras ella estaba en aquella fiesta, Mackenzie estaba siendo asesinada. Igual que fue ella, pudo haber sido cualquiera de los que estaban allí. Y luego está esa frase...
Está tumbada en la cama cuando alguien llama a su puerta. No espera visita así que se extraña. Cree que puede ser su madre o su hermano así que se dirige a abrir la puerta. Una vez más, se ha equivocado. Delante de ella, está Hunter, con un polo blanco y sus manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros azules.—¿Qué haces aquí? —le pregunta.
—Bueno, estaba preocupado por ti. Llevas una semana sin dar señales de vida.
—Me refiero a que cómo has entrado.
—Tu padre me ha dejado pasar. ¿Vas a dejarme pasar tú o prefieres que sigamos hablando en el pasillo?
Nathalie suspira y se echa a un lado para que pase. La habitación de la chica es tal y como él se la imaginaba: de color rosa cuarzo. Nada más acceder, hay una puerta que lleva a un baño justo a la derecha. Al andar un poco más, la habitación se vuelve más grande, apareciendo una cama matrimonial con una colcha gris y muchos cojines rosas. Está un poco desordenada por lo que intuye que ha estado ahí tumbada. A la izquierda de la cama, se encuentra una puerta que lleva al vestidor y, a la derecha, hay una mesita de noche blanca con una lamparita gris. En frente de la cama, se encuentra un tocador blanco, cuya encimera está llena de cosméticos. A la izquierda del tocador y, por tanto, a la derecha de la cama, se encuentran un ventanal y una puerta de cristal que da a un balcón no muy grande. Debajo de la ventana, se encuentra un escritorio con un ordenador y varios papeles desordenados.
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Nathalie [+18]
Mystery / ThrillerTodas las familias tienen secretos y más si esas familias son las dos más adineradas de toda Nueva York. Una serie de asesinatos sin explicación parecen guardar una extraña relación con ellas y a ello se le suma la sospechosa desaparición de dos de...