Louis Moonchild se pasea por su despacho con aire despreocupado. Lleva un buen rato esperando a que se presenten en su oficina pero parece que su visita está tardando más de lo previsto. Sin embargo, no pasa mucho más tiempo hasta que aparece.
Cruza el umbral de la puerta con su habitual elegancia. Sus andares son inconfundibles. Siempre con ese aire de superioridad, aún cuando su vida se desmorona. Pauline Edevane, con su falda de tubo morada y su camisa rosa cuarzo con volantes en la zona de los botones. Sus tacones del mismo tono de rosa que su camisa golpean la tarima con violencia.
—¿Querías verme? —pregunta, sin pestañear. Unas grandes bolsas decoran la parte inferior de sus ojos.
—Así es. Pasa y cierra la puerta.
Pauline examina al hombre que tiene delante. Un pantalón verde oscuro y una camisa blanca han sido su elección de esta mañana, muy poco acertada. El verde no es su color. Se da la vuelta para cerrar la puerta y suspira.
—¿Cómo ha sucedido? —escucha a sus espaldas. Cuando se gira, le ve apoyado en la mesa de madera de roble, con una pierna cruzada sobre la otra.
—¿El qué?
—Ya sabes de lo que hablo, Pauline.
—No lo sé —contesta con honestidad.
—No lo sabes —asiente él, sonriendo sarcásticamente.
Louis se separa de la mesa y da un paso adelante. Al instante, ella retrocede otro paso. Él se ríe.
—¡Mírate! Un corderito disfrazado de loba. Eso siempre me gustó de ti.
—No te tengo miedo —miente, estirándose—. Hace años que dejé de tenerlo. Lo único que me produces es asco.
—Vaya, siento que pienses así de mí —dice, dando otro paso hacia ella. Esta vez, no retrocede.
El señor Moonchild sonríe y da un nuevo paso al frente, quedándose a centímetros de ella. Alarga una de sus manos y recoge entre sus dedos un mechón liso que se ha escapado del moño de la mujer.
—Reconozco que me has estado tocando las narices últimamente. Pensaba que habías perdido la cabeza.
Ella le da un manotazo.
—No me toques —le advierte.
Entonces, el hombre coloca su mano en el cuello de la mujer y la estampa contra la puerta. Pauline intenta librarse del agarre pero él es mucho más fuerte.
—Tú y yo teníamos un trato, ¿no es así? —masculla entre dientes—. Tú te quedabas con ese niño y te asegurabas de que no le pasara nada malo, ¿verdad?
—Suéltame —le pide, apenas sin aliento.
—Y, ahora, está muerto —Louis deja de aprisionar su cuello y se ríe—. Así que tendré que tomar medidas al respecto.
Pauline se sujeta el cuello mientras intenta recuperarse.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta, en cuanto es capaz de tomar algo de aire.
Rennè vaga por las calles de Nueva York. Están llenas de gente, gente que no puede notar su presencia. Es una sensación horrible ver como el mundo continúa sin ella.
Pasa por delante de una cafetería y ve como todos están bebiendo café y hablando entre ellos. No hay nadie que esté prestando atención a la televisión. Decide colarse en el local al ver que están hablando de ella. Ve su foto en las noticias, escucha cómo hablan de ella y de su desaparición y se da cuenta de que, realmente, a nadie le preocupa o le interesa realmente.
ESTÁS LEYENDO
Nathalie [+18]
Misterio / SuspensoTodas las familias tienen secretos y más si esas familias son las dos más adineradas de toda Nueva York. Una serie de asesinatos sin explicación parecen guardar una extraña relación con ellas y a ello se le suma la sospechosa desaparición de dos de...