Capítulo 29

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Ni Hunter ni Chiara recuerdan nada de lo que pasó tras la aparición del castaño en un momento tan oportuno. Cuando despiertan, ambos están atados a una silla. Para el chico, han utilizado cuerdas y, para ella, unas esposas de rubí que arden en sus muñecas.

En medio de la oscuridad y la confusión, un foco ilumina únicamente a Derek, que aparece por el pasillo que hay en medio de las butacas de color rojo y se sienta en primera fila, como si hubiera venido a disfrutar de una función.

Detrás de él, comienzan a aparecer una serie de personas entre las que se encuentran Rennè Moureau, Luke Sanders, Mackenzie Kainday, Antonella Serra, Ryan Anderson y Sean Davis. Hunter abre los ojos, impresionado, al ver a Luke, Mackenzie y Sean allí delante de él. Debe de estar soñando. Nada de esto es real. No puede ser real. Se pellizca varias veces la mano. No funciona.

—Bien —Derek sonríe. Se ha puesto un esmoquin negro con una camisa blanca y una pajarita negra para la ocasión—. En un día tan espléndido como hoy, les doy la bienvenida a la trágica obra que se celebrará en este auditorio, a la que he denominado: "El drama de una ilusa". Lo sé, es un nombre un poco comercial. En otra vida, estudié marketing así que no me lo tengan en cuenta.

Chiara mira hacia el chico, que sigue pasmado mirando al público. Entonces, él se gira hacia ella y puede ver en sus ojos la indiferencia más absoluta. Él no sabe que tiene delante a la persona con la que ha compartido los últimos meses y se suponía que no llegaría a saberlo nunca. Para él, ella es una total desconocida y eso le rompe el corazón. Ha sido una idiota al pensar que podría vivir la vida de Nathalie sin que nadie fuera a descubrirla y ha sido una idiota por pensar que Hunter podría llegar a quererla.

Derek da dos palmadas en el aire y el foco se apaga.

—Todo comenzó con una mamá —un foco enfoca a Pauline Edevane, también atada a una silla. La mujer presenta un estado muy demacrado. Su pelo castaño está enmarañado, tiene la cara llena de moratones y, tanto su camisa blanca como su falda de tubo verde, están sucias y estropeadas. Otro foco se ilumina a su lado, apareciendo Louis Moonchild con una camisa negra y unos pantalones en azul marino. Su aspecto es bastante mejor que el de la mujer— y un papá. Dos jóvenes que se conocieron en Italia, atraídos como imanes el uno hacia el otro, tan enamorados... Y, de pronto, un día, la pobre queda embarazada y él, al enterarse, le pide que se case con su hermano. ¿Puede haber un final más trágico?

«Al principio, ella se niega en rotundo. ¿Cómo va a casarse con su hermano si ella le ama y está esperando una niña suya? Entonces, el chico le dice que, si no lo hace, va a matar a su madre, que está tremendamente enferma. Además, le promete que, si se casa con Leo, va a curar a su madre. Así que, Fiorella Russo, que así se llamaba la muchacha, accede y se casa con Leo. Como está de poco tiempo, Fiorella se acuesta con Leo y le hace creer que la niña que espera es suya. Es ahí cuando ella se entera de por qué Francesco, el hermano de Leo, no quería casarse con ella. Resulta que, mientras ella le había entregado todo su amor, él siempre había estado enamorado de otra chica, llamada Rebecca Walsh. Este nombre quizá os suene más.

Hunter reconoce el nombre de soltera que tenía su madre y mira en dirección hacia su padre. Trata de hablar pero la voz no le sale. Es como si sus cuerdas vocales hubieran dejado de funcionar.

—Francesco Bianchi decidió mudarse a Estados Unidos con Rebecca Walsh y se cambió de nombre al de Louis Moonchild. Ya veis que no tuvo buen gusto ni siquiera para elegirse un nombre falso. Pensaréis por qué, si iba a mudarse con Rebecca a otra parte, tendría tanto interés en que Fiorella se casase con su hermano. Pues bien, aquí viene la bomba: la madre de la chica le deja una herencia a su hija cuando desgraciadamente muere, herencia que, al casarse, será también de Leo. ¿Y qué tiene que ver con él? De nuevo, otra exclusiva: Francesco era el tutor legal de Leo por aquel entonces, ya que tenía problemas de control de la ira y era alcohólico. Sí, en efecto. El muy capullo se hizo con una fortuna que le sirvió de impulso para fundar la cadena de hoteles que ahora tiene y que taparía su verdadero negocio: los clubes.

Nathalie [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora