Capítulo 20

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Nathalie se encuentra en una sala llena de invitados. Su vestido midi satinado de tirantes en color verde esmeralda brilla con la luz de las lámparas del salón. Lleva unos tacones de aguja plateados que son perfectamente visibles, debido a que la falda del vestido acaba en la zona de los gemelos de la chica. Le han hecho una coleta, dejando su flequillo libre, y han colocado varias extensiones en su pelo, lo que hace que la cola llegue a la mitad de su espalda. Su madre lleva un rato presentándola a los invitados. Se ha puesto un vestido en color azul claro con escote cruzado en pico y mangas que le llegan al codo. Es un vestido no demasiado ajustado que luce un cinturón formado por dos tiras de tela muy finas y que llega hasta los tobillos de la mujer. Luce unos tacones de aguja en color crema a juego con un pequeño bolso de ese mismo color. Se ha dejado el pelo suelto, ya que se lo ha cortado por los hombros, y se ha rizado algunos mechones.

La morena lleva un buen rato buscando con la mirada a Hunter pero no tiene suerte. No se ha presentado. Ni siquiera sabe por qué se decepciona. Está claro que le ha hecho daño y que no va a continuar su relación como antes.

Rennè está hablando con algunos de los invitados. Lleva un vestido de seda en color crema atado al cuello con la espalda al aire y una falda que comienza en su cintura y acaba por debajo de sus pies. La tela tiene cierto brillante que hace que el vestido resplandezca aún más. No se pisa el vestido gracias a sus tacones de aguja dorados.

Malcom, que hasta ahora ha estado charlando con los amigos de su padre, la localiza enseguida y no duda en acercarse. Lleva un esmoquin en color azul marino y una camisa blanca con lunares en azul marino. Se ha peinado su cabello castaño hacia atrás pero no se ha echado gomina. La odia.

—Señorita, ¿sería tan amable de concederme este baile? —le dice cuando está lo suficientemente cerca de ella como para que pueda escucharle.

Ella se gira solo para encontrárselo con una copa de champagne en la mano.

—¡Mira lo caballeroso que eres cuando quieres! —exclama ella, sonriendo.

—Bueno, y todavía no has visto nada —le dice él, tomándola de la cintura para llevársela a la pista de baile.

Una vez allí, ambos se unen al resto de parejas de baile.

—¿Estás nerviosa por el discurso?

—Un poco —responde ella, mirando a su alrededor—. Hay demasiada gente.

—¿Quieres que te cuente un secreto?

—Sí, claro, ¿por qué no?

—La mayoría son extranjeros. No entienden nada de inglés así que puedes decir lo que quieras.

—¿En serio? —pregunta, con sus ojos brillando de esperanza.

—Si te dijera la verdad, perdería la gracia, ¿no crees?

—¿Y si hago el discurso en francés?

—Entonces, el único que podría entenderte sería yo, mademoiselle.

Ella se ríe, a lo que él se une. Es cierto que había hablado con Malcom antes pero nunca de tan buen rollo. Al final, van a llevarse bien y todo.

—¿Quieres champagne? —le ofrece su copa.

—No, gracias. No quiero subir al escenario demasiado contenta.

—No creo que pase nada por un trago —le dice él, guiñándole el ojo.

—Quizá más tarde —sonríe ella.

—De acuerdo. En ese caso, te esperaré con una copa para cuando bajes del escenario. Prometo llevar la bebida que más te guste.

Nathalie [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora