Capítulo 26

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Después de unos treinta minutos de conducción, ambos llegan a un edificio de apartamentos situado en Upper East Side. Hunter se las arregla para aparcar en la acera que está frente a los edificios. Ha sido un acierto haberse cambiado de coche porque el de Hunter hubiera llamado demasiado la atención.

Durante el camino, ni siquiera han hablado. Ninguno de los dos tiene muy claro dónde les está llevando este juego de adivinanzas. Ahora sí que tiene mucho menos sentido que vivan aquí. ¿Cómo van a haberse refugiado en un edificio de un barrio tan transitado? Cuanto más lo piensan, menos sentido tiene.

Los dos se colocan en la puerta de entrada a los edificios y que tiene escrito en una chapa dorada "Comodity". Hay varios timbres a los que se puede llamar pero ellos no tienen ninguna información sobre cuál es el piso en el que viven. Nathalie vuelve a chequear el papel que ha encontrado en el buzón. No hay nada más que el nombre del edificio.

—No entiendo por qué nos enviarían hasta aquí —habla Hunter.

Entonces, se escucha un silbido. Nathalie mira hacia arriba y se encuentra con una cara conocida. Valentine, con su pelo ligeramente más largo y tintado de rojo, les dedica una sonrisa.

—¿Nos echabais de menos?

Paul conduce por las calles de Nueva York, recorriendo todas y cada una de las ubicaciones recogidas en el folio.

—Estoy seguro de que la ubicación de Pensilvania era para despistarnos. Gideon y Valentine nunca han salido de Nueva York. Lo que no entiendo es cómo hemos podido ser tan idiotas de no habernos dado cuenta.

—La ciudad es grande y ellos han sabido esconderse bien —le dice Riley, mirando las calles a través de la ventana del copiloto.

—Peinamos la ciudad una y otra vez en su busca. Estuvimos días dando vueltas, preguntando por ahí, sobornando a periodistas para que descubrieran sobre su paradero, cerramos fronteras para que no salieran. Era como si se los hubiera tragado la faz de la tierra.

—Lo que está claro es que seguir dando vueltas no va a solucionar nada. Necesitamos refuerzos, Paul.

—¿Y meter en todo esto a ese cafre que nos han puesto como jefe? Se nos escaparían si dejamos que ese inútil lleve la investigación.

—No podemos actuar sin órdenes. Podríamos acabar en la calle.

—Pues prefiero acabar en la calle —dice el joven, con determinación—. Tengo que averiguar lo que está pasando. Tengo que saber qué hay detrás de esa supuesta desaparición.

Riley se echa hacia atrás en el asiento. Es inútil hablar con él. No va a descansar hasta atraparles.

—¿Y qué pasa con Jason? ¿Vas a entregar a su hermano a la policía?

Paul aprieta la mandíbula y sigue conduciendo.

—Es mi trabajo —murmura entre dientes.

—¿Y qué importa eso? ¿Qué más da la maldita justicia? Estamos hablando de la persona a la que quieres. No tienes por qué hacer esto. No tienes por qué ser el responsable de que Gideon vaya a la cárcel.

Paul gira la cabeza hacia ella, frunciendo el ceño. Después, da un volantazo y entra en un callejón que forman dos edificios de ladrillo. Echa el freno de mano y la observa.

—¿Cuánto?

—¿Cuánto qué?

—¿Cuánto te han pagado para mantener la boca cerrada?

—Paul, yo no...

—No me mientas, Riley. Dime, ¿cuánto?

—No sé de qué me estás hablando —le responde, con la mirada desafiante—. ¿Quién te piensas que soy?

Nathalie [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora