Capítulo 24

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Cuando Nathalie despierta, se encuentra en una habitación que desconoce. Observa las paredes azules y el suelo de mármol impoluto. El armario está justo al lado derecho de la cama, permaneciendo con las puertas cerradas. Frente a la cama en la que ella está tumbada, que es doble y con sábanas grises, hay un televisor que ahora está apagado. Se incorpora lentamente, buscando alguna pista del lugar en el que se encuentra. Sin embargo, sus dudas se disipan cuando ve a Hunter entrando en la habitación.

—Estás despierta —dice, más para sí mismo que para ella—. ¿Cómo te encuentras? ¿Necesitas algo? ¿Sientes mareos?

—Estoy bien —se limita a contestar ella, retirando las mantas. Él se acerca rápidamente.

—No deberías ir tan rápido —le advierte, sentándose en la cama y sujetándola del brazo derecho.

—¡No soy un bebé, Hunter! —se queja ella.

Él asiente y suelta el agarre. Ella le observa detenidamente. Es increíble ver como alguien que parece tan presumido y seguro de sí mismo ante las cámaras con un aspecto tan frágil y tan vulnerable. Se coloca a su lado y estira su mano para agarrar la de él. El chico por fin levanta la mirada y choca con sus ojos azules. Su corazón se acelera como todas y cada una de las veces que ella posa su mirada en él. Siente el calor y la suavidad de la mano de la joven y, sin poder evitarlo, desliza su mirada hacia la mano de la chica. Deja escapar un suspiro. Le gustaría que ese momento se repitiera una y otra vez.

—Siento haberme marchado ayer así —dice ella, casi en un susurro—. Es solo que... Bueno, no debió haber pasado.

Sus ojos vuelven rápidamente a los de ella, examinándola en busca de algún atisbo de duda en sus palabras. Su mandíbula se aprieta.

—Yo creo que anoche los dos sentimos lo mismo. Ambos queríamos besarnos. No pienso dejar que me niegues también eso. Noté como tu piel se erizaba, noté como tu pulso se aceleró tanto como el mío. Vi en tus ojos el deseo. Querías hacerlo, tanto como yo —Hunter la mira con desafío—. Quiero que me mires a los ojos y me digas que no sentiste nada en ese beso. Dime que no sientes nada cuando me miras y te dejaré en paz para siempre.

Nathalie separa sus labios pero no sale ninguna respuesta de sus labios. En su lugar, se queda observándole en silencio, como si estuviera hipnotizada. Ve la sinceridad plasmada en sus ojos. Su estómago parece dar un vuelco. Le gustaría ser capaz de decir que no siente nada por él, que no siente la necesidad de tenerle cerca todo el tiempo. Incluso en un momento en el que ella se sentía perdida, ha venido hasta aquí, sin tener que pensárselo.

Y, sin embargo, no puede evitar tener miedo. Siempre ha dado esa imagen de seguridad en sí misma, de no tener miedo a nada y, ahora, solo necesita huir. No es capaz de enfrentarse a sus propios sentimientos. En otras circunstancias, se alejaría de él para siempre y se olvidaría de él. Es más, siente la tentación de hacerlo. Pero siente que ya no puede hacerlo nunca más. Aun teniendo la excusa perfecta y salir de toda esta situación tal y como ha hecho su padre, simplemente, no puede. Está cansada de correr, de no ser capaz de abrirse al mundo. Está cansada de no permitirse sentir nada.

—Si tan solo fueras capaz de ver lo que yo veo —prosigue él, en un tono muy bajo—. No tienes por qué seguir aparentando ser fuerte cuando ya no puedes más. No tienes por qué demostrar nada. Solo estamos tú y yo aquí y no necesitas fingir conmigo.

Ella baja la mirada pero él no se lo permite. Coloca su mano bajo el mentón de ella y la obliga a mirarle.

—Puedo esperar todo el tiempo del mundo por ti. Podría quedarme una eternidad esperándote y merecería la pena...

Sus palabras provocan que la piel de la joven se erice. Ella se acerca a su rostro y acaricia su mejilla. Él no la aparta sino que cierra los ojos disfrutando de su suave tacto. Entonces, ella se inclina un poco hacia él y deposita un beso en la comisura de sus labios. Él abre los ojos sorprendido y Nathalie apoya su frente contra la de él, con sus ojos fijos en los de él.

Nathalie [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora