Nathalie [+18]

Capítulo 15

El tanatorio se llena de gente, especialmente, de agentes de policía y familias importantes de Nueva York. Entre la multitud, se distingue a la señora Kainday con su marido y su hija, Mackenzie. Luke y la señorita Kainday estuvieron saliendo el verano pasado y, a pesar de que se rumorea que él le puso los cuernos, ella seguía guardándole cierto aprecio. Sin embargo, cuando ve a Nathalie Edevane cruzando esa puerta con su familia y su nueva adoptada, no puede evitar sentir una rabia desmesurada. Esa morena fue la causante del final de su relación. Se encaprichó de Luke, como suele hacer con todos los hombres, y, después, le dejó con el corazón roto y una recaída en las drogas. Mackenzie tuvo que vivirlo con él, esperando que, al día siguiente, al despertar, le dijera que cometió un error acostándose con Nathalie y que solo la quería a ella. Pero ese día nunca llegó. Luke se limitó a pedirle disculpas por haberla engañado y mantuvo su amistad con ella pero nunca se desenganchó de Nathalie. No le extrañaría que Luke se hubiera suicidado por su culpa.

Verla allí, con su vestido negro de manga corta ajustado y una falda suelta, sus gafas de sol y ese ridículo sombrero, dando el pésame a los padres de Luke con una máscara de pena dibujada en su rostro. No se cree que sienta algún tipo de aprecio por el chico y le parece un insulto que se haya presentado.

Antes de que pueda darse cuenta, la familia de Nathalie ya ha reparado en la presencia de los Kainday y no dudan en venir a saludarles. Pauline, que viste con un traje de falda de tubo y una chaqueta negra, le dedica una media sonrisa a Sasha Kainday al saludarla. Malcom y su padre llevan un esmoquin negro casi idéntico y Rennè ha optado por una falda de tablas negra y una camisa de manga corta de ese mismo color.

Nathalie observa a Mackenzie mientras las madres se saludan entre sí. Al parecer, su presencia no le agrada mucho, al igual que sucedió en la fiesta a la que fue con Kath. Sin embargo, le importa más bien poco lo que pueda pensar Mackenzie. Puede meterse su opinión por dónde le quepa.

―No deberías estar aquí ―le dice la joven, con los ojos clavados en la morena.

―¿Qué pasa? ¿Te han contratado de vigilante de seguridad? No te pega nada, cariño. 

―No. Simplemente, no pintas nada aquí.

―Honestamente, Mackenzie, creo que tú eres la que más sobra aquí.

La hija de los Kainday avanza hasta Nathalie y la empuja, haciendo que ésta retroceda unos pasos.

―¡Mackenzie! ―exclama Sasha, consternada.

―Es ella la que ha empezado, presentándose aquí con esa cara de mosquita muerta. ¡Ella ha sido la que le ha matado! ¡Ella es la culpable de que Luke se suicidara!

―¿Qué estás diciendo? ―pregunta Nathalie, incrédula.

―Querida, yo creo que deberías ir al baño a despejarte. Está siendo muy duro para todos y puede que estés algo... nerviosa ―dice Pauline, suavizando su tono como si estuviera hablando con una niña de cuatro años.

―Yo más bien diría neurótica ―corrige Nathalie en voz baja pero no lo suficiente para evitar que Mackenzie la oiga.

―¿Neurótica? ―repite, indignada―. ¡Tú nos separaste! ¡Tú eres la que ha provocado todo esto! ¡Él era feliz antes de que tú llegaras!

―¡Mackenzie! ―exclama Sasha Kainday, su madre, indignada y la arrastra hasta el baño.

Toda la sala se ha quedado mirando a la pequeña de los Edevane, que parece bastante tranquila. No ha pasado desapercibida la conversación para Paul, que ha descubierto una nueva relación existente entre los Edevane y los asesinatos: Luke también estuvo relacionado con ellos. A pesar de los asesinatos que han sucedido en otros países, no puede evitar pensar que exista una relación entre los asesinatos sucedido en Nueva York y los Edevane. Claro que eso tendría que tener una explicación y, por ello, pensó que debería seguirle la pista a Nathalie Edevane. Cree que es la más astuta de la familia, puesto que, en su interrogatorio, ella supo llevarle al límite y evitar sus respuestas con una habilidad que resultaría impensable en una chica de su edad. Es esa inteligencia la que le lleva a tener un único y peligroso fallo: confía demasiado en sí misma. Ella sabe lo lista que es y cómo aprovecharlo en su beneficio. Se cree muy por encima al resto y eso la lleva a dejar cabos sueltos.