Capítulo 30

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Paul observa a Riley en un silencio absoluto. Es como si el tiempo se hubiera parado durante esos minutos. Ella se sienta en el taburete, derrotada, y se queda mirando al suelo.

Entonces, la puerta se abre de golpe y, tras ella, aparece Jason con una pistola.

—Suéltale —le ordena a Riley, apuntándola.

Ella le observa y niega con la cabeza, soltando una risita.

—No vas a conseguir matarme con eso

—Depende —responde él y le muestra una de las balas de color rojo—. Si tengo la puntería suficiente, quizá te dé en el corazón. Siempre he sido bastante bueno con la pistola así que quizá no debas arriesgarte.

Riley se levanta del taburete y, sin esfuerzo, hace que la pistola se caiga de las manos de Jason. Suelta una carcajada al verle la cara de sorpresa pero enseguida deja de reírse al ver a Rennè atravesando la puerta tras él.

—Hija de puta —la insulta, dando un paso hacia delante—. ¿Te has puesto del lado de esa zorra?

—Suéltale, Riley. Todo esto ha terminado. Podemos irnos.

—¿Que podemos irnos? ¿Tienes idea de lo que me estoy jugando con esto? ¿Tienes idea de lo que podrían hacerme?

—Estás a tiempo de huir, aún puedes salvarte.

La castaña niega con la cabeza y da vueltas por la habitación. Se pasa ambas manos al pelo.

—¡Tienen a mi hijo! ¡Van a matarlo! ¿Es que no lo ves?

La pelirroja da un paso hacia ella pero Riley retrocede otro.

—Chiara me prometió que no le pasaría nada —se lamenta, negando con la cabeza—. ¡Me prometió que Will no correría ningún riesgo! ¡Ahora ese cabrón me tiene a sus pies! ¡Si le traiciono, no volveré a ver a mi hijo!

—No, Riley. Iremos a buscarle. Derek solo quiere tenerla a ella. No le interesa nada más.

Rennè se acerca a ella y, esta vez, la otra no se aparta. Riley la mira en mitad de su crisis nerviosa, con los ojos cristalizados. Entonces, la francesa le da un abrazo que parece durar para siempre. La otra se queda estática pero, después, se acomoda en su hombro.

—Vamos a sacar a tu hijo —le promete Rennè, en cuanto se separan, y le da un beso en la frente.

Entonces, una daga le atraviesa el corazón. La francesa deja salir un grito desgarrador de su pecho mientras la traición se extiende por su cuerpo. Riley suelta el mango del arma y deja que la chica se desplome en el suelo, llenándolo de sangre. Poco después, su cuerpo se desvanece junto con la sangre que de éste ha brotado.

Lo siguiente que se escucha es un disparo. La bala de rubí penetra en el interior del cuerpo de Riley y queda atrapada en su corazón. La castaña cae de rodillas al suelo, quedándose Paul detrás de ella, aún empuñando el arma. Ella se gira solo para dedicarle una mirada plagada de devastación y de decepción. Después, su cabeza se golpea con el suelo y su cuerpo no tarda en desaparecer. Paul cae de rodillas en el suelo, dejando que las lágrimas se escapen de sus ojos sin ningún tipo de control.

Jason, que se encontraba tras la silla en la que se encontraba Paul, corre hacia él y le abraza mientras el otro no deja de llorar desconsoladamente. Es muy duro para él haber acabado con la que consideraba una hermana para él. Ella ha intentado hacerle olvidar sus recuerdos pero ni siquiera le ha dado tiempo. Ahora siente un vacío imposible de llenar. Han vivido tantas cosas juntos que le cuesta creer que haya podido estar tan ciego y no ver que le estaba traicionando. Riley había sido la responsable de los asesinatos, bajo las órdenes de Chiara. Asesinó a sangre fría a su propio compañero de trabajo, Eduardo, obligándole a suicidarse, y acabó con la vida de Luke Sanders, que solo era un crío. Se ha estado dedicando a ser sicaria desde el principio y ha fingido no saber nada delante de él.

Nathalie [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora