Capitulo 30

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Tres semanas habían pasado después de ese incidente y desde ese momento nadie supo nada de Yuki Tsukumo, era como si la mujer hubiese desaparecido sin dejar rastro. De un día para otro simplemente decidió no presentarse a trabajar, los días pasaron, después las semanas y durante ese lapso de tiempo nadie tenía idea de donde estaba, ninguna comunicación o contacto con ella era posible.

Incluso Satoru no descartaba la idea de que la omega hubiera huido de la ciudad por miedo o algo así, porque ella sabía que el albino no se quedaría de brazos cruzados y no dejaría pasar sus acciones como desapercibidas por muy buena que la mujer intentara aparentar ser.

Con la repentina desaparición de esa despreciable persona, Gojo se sintió más tranquilo al saber que no tendría que lidiar con otra situación estresante, aun así seguía teniendo un mal presentimiento. Una sensación de intranquilidad y opresión en el pecho lo estaba desconcentrando de sus actividades laborales.

Con todo ese tiempo transcurrido Yuuji ya empezaba su octavo mes, aproximándose así al final de su embarazo. Su cuerpo estaba en constante cambio, además de su abultado vientre, sus pechos también eran más regordetes.

El único inconveniente real en todo aquello era que cada vez se le dificultaba más moverse, las rodillas y las piernas se le entumecían constantemente y le temblaban, tenía dificultad para respirar, los calambres en su vientre eran molestos y estaba realmente cansado, lo único que hacia la mayor parte del día era dormir acurrucado entre todos sus peluches que le daban una sensación de tranquilidad y confort.

-Bien parece que todo está en orden- Murmura un pelinegro para sí mismo saliendo de la habitación del omega durmiente

Dentro de las muchas funciones que realizaba Ijichi se encontraba cuidar de Itadori, debido al delicado estado en el que se encontraba su amo y el beta estaba más al pendiente que nunca de él. Cada tres horas o incluso antes se dirigía a la habitación del pelirosa para verificar que se encontraba bien.

La mayor parte del tiempo Yuuji estaba dormido pero cuando llegaba a estar despierto recibía al beta con gusto y amabilidad. Prosiguiendo con sus tareas, Ijichi se dirigió a la cocina y tomo una nota que se encontraba pegada en la puerta de la nevera y se la guardo en uno de sus bolsillos.

Últimamente Itadori no cocinaba ni salía de la habitación en general, solo se la pasaba encerrado envuelto entre las sabanas y las prendas de su esposo. "Cosas de omegas" pensaba el beta, mientras tanto el pelinegro se encargaba de ir y hacer las compras de comestibles.

El actual chef que era quien se encargaba de alimentar al pelirosa, dejaba las notas de lo que necesitaba pegadas en la puerta de la nevera. Ijichi tomaba esas notas e iba a conseguir lo necesario, de paso también verificaba que otras cosas necesitaba el resto del personal para conseguirlo de igual manera.

-Holaaa, Itadori Yuuji me cito hoy, soy una de sus amigas así que, me podrían dejar pasar?- Pregunta una joven rubia presionando el botón del alta voz que se encontraba instalada en el timbre de la entrada que daba acceso a la casa

-Qué extraño, él no nos informó que tendría algún invitado- Responde una voz del otro lado del alta voz

-Ese pequeño tonto olvidadizo- Menciona de forma cariñosa la chica –De seguro se le olvido ya sabe cómo es de despistado-

Por la forma en la que hablaba parecía bastante convencida y confiada como si le guardara un gran cariño a su amigo, así que fácilmente uno de los guardias le dio el permiso de ingresar a la vivienda.

Un hombre pelinegro la examino de pies a cabeza, solo se trataba de una chica rubia, amable y tierna. Bastante alta pero seguía siendo linda, por el collar que portaba se podía ver que se trataba de una inofensiva omega.

Sweet LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora