Oda a las mujeres de mi vida

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Es una mujer de fuego

porque sé que arderá en mi

incluso hecha cenizas.


Una pequeña mujer

tan grande y enorme

que cuando la quieres querer

no te cabe en el pecho.


Es una mujer infinita,

si no que le cuenten

a sus pecas eternas

cuantos te quieros duermen en ellas.


La voz que me hace quedarme,

la de la mujer guerrera.

Lucha con y contra todo sin pensar en

qué pasaría si doliera.

No dejes de sonar, ¿Me oyes?


La mujer de hierro,

nada la dobla, nadie la domina.

Hace tiempo aprendió a

quererse a sí misma

y desde entonces nada

rompe su sonrisa.


Es invencible,

tanto como inefable.

Todas las mañanas me hace entender

que no comprendería nada

si ella no estuviera para explicármelo.


De ti,

pongo en duda incluso que seas mujer,

tú eres una diosa.

Dejaría de intentar ser poeta

y me convertiría en tu profeta.


Gastaría mis últimos versos en ti,

sabiendo que no volvería a escribir.

Ojalá que tu luz no se nos apague nunca,

aunque ya no estés.

Quererte en el desamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora