Perdona por tener un ático

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Puede ser que cuando seas tú

ya no encuentre el yo.

Tal vez me haya perdido en ti,

pero eso suena tan típico que prefiero decir

que no te buscaste nunca en el sitio correcto.


Te asomaste en mi cabeza,

te perdiste en mi cintura,

dormiste en la comisura de unos labios

que a duras penas sabían mentir,

bailaste a mis pies

y se te olvidó besarme las rodillas.


Aun así no subiste al ático con las puertas abiertas,

donde sentado en el sofá,

hecho tan añicos como el mismo,

descansaba mi corazón.

Quererte en el desamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora