Encarcelado

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Los agentes me llevaron a una celda, era un poco oscura y fría, pero no tan horrible como las describen en algunas películas.

-Estarás aquí en prisión provisional hasta el juicio. Ahí está la cama con las mantas, por supuesto te la tendrás que hacer tú, esto no es un hotel. Y también tienes un retrete, úsalo, es importante. En la pared tienes colgado un papel con tus horarios, revísalo y sobre todo procura no llegar tarde...-su tono paciente cambió repentinamente-Si es que me das asco. Cómo puede ser alguien capaz de hacer eso... -el policía me miró con absoluto desprecio.

-Le repito que yo no he hecho nada, dígame por qué me retienen aquí.

-Sí ya, nada. Eres un abominable violador de niñas, si tú crees que eso no es hacer nada...-susurró

-Cómeme el rabo-murmuré entre dientes.

-Repite lo que has dicho-me aferró el cuello con las dos manos.

-¡Cómeme el rabo, hijo de puta! Soy inocente así que voy a salir de aquí.-grité.

Noté un golpe en mi mejilla y empujé al guardia hacia la pared. Se quedó en el suelo, había sido demasiado fácil vencerle, salí de mi celda pero un grupo de policías que se habían percatado de lo sucedido, me retuvieron y entre todos me devolvieron a mi celda. Pensé que simplemente me dejarían allí, estaba muy equivocado. Me apalearon todos a la vez sin compasión, sin darme al menos la oportunidad de defenderme. Les pedí que parasen, obviamente me ignoraron.

-¡Parad, esto no es legal! Dejad al menos que me defienda panda de cobardes.

-Tampoco es legal abusar de niñas, pero tú de todas formas lo has hecho.

Ya no tenía fuerzas ni ganas para responderles, de todas formas no me iban a hacer caso. Sus golpes cesaron y me quedé solo en mi nuevo cuarto. No sé cuánto tiempo pasé cavilando sobre la razón por la que me habían detenido, pero al final, al recordar las palabras del agente, llegué a la conclusión de que debía haber sido aquella chica loca, Elisabeth creo que se llamaba. Ella me había denunciado por abusos sexuales.

"¡Pero si fue ella quien se me lanzó!"

"No tenías que haberte complicado la vida con más mujeres, pensé que eso ya sólo formaba parte de nuestro pasado, pero nos dejamos llevar. Asegurate de que no vuelva a ocurrir, imbécil."

Mi corazón era como una fría garra de acero, todo me salía mal últimamente. Entre mis cavilaciones alguien entró en mi celda.

-Ambrose, tienes visita.

Me llevaron a una sala iluminada por una lámpara en cuyo centro había una mesa rodeada por cuatro sillas. Me senté en una de ellas y al poco entraron tres personas: Roman y un par de amigos que no eran de la WWE.
Me contaron que lo sentían mucho por mi y que me buscarían un buen abogado, vamos, qué me iban a decir si no.
Según Roman, Renée estaba muy enfadada aunque ellos le habían explicado todo, era comprensible al fin y al cabo, por eso no había venido. También me dijo que seguramente me perdonaría porque estaba muy enamorada de mí, pero que debía pedirle perdón.

-Lo haré, pero Roman, ya sabes lo que siento por ella, la quiero pero no de esa manera. Acepté salir con ella por no decepcionarla ni hacerle daño, pero no quería nada serio.

Estuvimos conversando unos minutos más y me llevaron de vuelta a la celda.

La semana siguiente se celebró el juicio, pero por mucho que replicamos me declararon culpable, no podía ser verdad, todavía esperaba despertarme de esta pesadilla.

De repente todo se volvió negro, seguidamente sentí como si cayera sobre una luz que me cegaba y entonces desperté. Seguía en la celda... Oí un chirrido y la puerta se abrió.

-Te traigo la comida, no es gran cosa, pero es lo que se suele servir aquí, así que tendrás que acostumbrarte.

Su voz me resultaba conocida, al igual que su peculiar y desordenado aspecto.

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¡Hey! Gracias a todos por leer y votar. Este capítulo no es muy entretenido, pero creo que era necesario, prometo que se irá poniendo cada vez más interesante.
Gracias una vez más por leer, besoos <3.

Obsesión (Dean Ambrose Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora