-NARRA ROMAN-
Llamé a la puerta, pero en un par de minutos nadie me abrió, así que decidí entrar yo mismo sin esperar la invitación de nadie.
La enfermería estaba totalmente vacía, ni Dean, ni Renee, ni siquiera los médicos estaban allí. ¿Quizá me habían mentido? ¿Pero por qué iban a haberlo hecho?
Me estaba dando la vuelta para salir cuando me percaté de que había bastante sangre en el suelo, sobre todo junto a una báscula. Quizá esa sangre era de Dean, pero en ese caso, ¿dónde estaba ahora? ¿Y dónde se habían metido todos los médicos? Algo malo había pasado ahí.
Salí al pasillo, había un rastro de gotas de sangre, las seguí y llegué al aparcamiento, en el que pude ver un charco de sangre junto a una plaza vacía. En ese instante noté una presencia detrás de mí.
-NARRA DEAN-
El calor era asfixiante, sin duda pronto moriría. Unas barras de hierro al rojo vivo bajaron del techo y se colocaron pegadas a mi cuerpo, como una muy estrecha jaula, quemándome la piel que tocaban y haciendo que pegase gritos hasta que me quedé afónico.
Ya no valía la pena luchar, el fin había llegado, quizá demasiado pronto. La cabeza me cayó a un lado del hombro, y simplemente me dejé consumir por el calor, que pasase lo que tuviese que pasar, si ese era mi destino, adelante.
La puerta crujió y un hacha la atravesó, formando un pequeño agujero por el que pude distinguir una aterradora cara, tal como el loco de la película "El Resplandor". Pegué un grito, y en un momento el hacha hizo añicos la puerta. Alguien entró en la habitación y se acercó a mí.
—No, tú no, no me digas que te has unido a Elisabeth y vienes a matarme—conseguí articular.
—No, Elisabeth también es mi enemiga, ¿recuerdas? Siento lo de antes, después lo pensé y en realidad he sido un estúpido... Respecto a lo de la puerta alegaré que tenía que hacer eso al menos una vez en mi vida—se escusó—Ahora no te muevas.
—¡Me habías asustado!
Me encogí, él cogió carrerilla y empezó a darle golpes a la jaula hasta que cedió.
—Ya está, ahora vámonos—levantó a Renee, que estaba inconsciente en el suelo.
—Deja que la lleve yo.
—No, tú estás tan mal como ella, yo la llevaré hasta el coche.
Lo seguí rápidamente hacia el exterior del ruinoso edificio en el que nos encontrábamos. No había nada más alrededor, sólo la carretera y dos coches, uno negro y otro rojo en la puerta. Mi amigo abrió el coche negro, metió a Renee atrás y se sentó en el asiento del conductor mientras yo me sentaba en el del copiloto.
—Tenemos que darnos prisa...—me dio unas toallitas y una botella de agua—Lo siento, no tengo otra cosa—arrancó el coche.
—¿Qué has hecho con Elisabeth?
—Me encargué de ella, ¿por qué crees que el hacha tenía sangre?
—¿La has matado?—los ojos se me abrieron como platos.
—No, sólo me contuve porque ya había llamado a la policía...
—Menos mal, sólo te hubieses buscado problemas. Tengo que darte las gracias, Sam... ¿Cómo quieres que te llame?
—Llámame como prefieras, Sami está bien, no importa, lo otro fue una tontería. De verdad tengo que pedirte perdón por lo de antes, no sé en qué estaba pensando, de alguna manera me convencí a mi mismo de que todo lo malo era culpa tuya, pero en realidad es de Elisabeth, esa arpía lo ha estropeado todo.
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Obsesión (Dean Ambrose Fanfic)
FanfictionDean Ambrose es un famoso luchador de la WWE, es impredecible, hace lo que quiere y no le tiene miedo a nada, al menos hasta que conoce a Elisabeth, una fan de la lucha libre tremendamente obsesionada con él y casi tan lunática e inestable como el p...