XXXIII.

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« " Nuestro inicio no fue perfecto, pero nuestro amor lo superó todo " ».

Tokyo Antiguo Sengoku.

- ¡Puja Sango! - pedía - ¡Tu puedes amiga! -

Las hojas secas daban a conocer inicios de otoño y solo faltaban dos meses para invierno, pero la repentina llegada de los bebés de Sango habían tomado a todos por sorpresa, pues ahora Miroku se encontraba a fuera de cabaña escuchado como Sango pujaba, mientras Inuyasha cargaba a su hija Hanna quien podía decir simples palabras y Sesshomaru bueno el se encontraba ahí, pero no prestaba atención, pues estaba concentrado en como nacería su cachorro o si nacería en invierno.

- ¡Aahhh! - gritaba Sango con desesperó.

El primer llanto se hacía presente y nuevamente se escuchaba el dolor de Sango, pero no pasó mucho cuando escucharon otro llanto que puso nervioso a Miroku.

- Felicidades Miroku ya nacieron - felicito Inuyasha.

De la cabaña salió Kagome permitiéndole el paso a Miroku quien estaba nervioso, pero al entrar la más bella imagen pudo ver, pues Sango se encontraba arrullando a dos pequeñas gemelas.

- Son realmente hermosa - dijo Sango sonriendo.

- Porque lo heredaron de su madre - mencionaba - Mi pequeña Kin'u y Gyokuto -

Sango sonrió y Miroku beso a ambas niñas.
Fuera se encontraba una pequeña tensión  la cual Kagome no entendía porque.

- ¿Pasa algo? - preguntó.

- No - respondió Inuyasha.

Kagome sin confiar completamente miro a Sesshomaru, pero este parecía estar en su propio mundo y sólo suspiró.

- Saben deberían  intentar llevarse bien, ya que no quiero que mi bebé tenga a su familia separada - decía.

Sesshomaru escuchó aquello, pero no dijo nada y sólo se levantó  dejando a Kagome confusas al igual que a Inuyasha.

- ¿A dónde vas Sesshomaru? - preguntó  con miedo.

- Tranquila aré  guardia está noche, así que guarda reposo y tranquila - dijo besando su mano.

- Está bien - dijo sonriendo.

Inuyasha  sólo miro aquello y su mente le traiciona va, pues comenzaba a recordar todo aquello que alguna vez olvidó.

- Siempre vendré cuando tengas problemas -

- Oye, ¿Piensas dejarla sola? - reclamó.

- Para eso estas tú - respondió sin más.

Aquella respuesta había dejado sorprendidos a Kagome y a Inuyasha que no creían que aquellas palabras hayan salido de la boca de Sesshomaru.
Pero en la mente del Lord sólo estaba su hermosa esposa, su cachorro y aquella promesa que juró hasta su muerte.
Lejos de ahí en la frontera entre  el Este y Oeste varios yokais peleaban por defender sus territorios de invasores, pero esto no detendría a Zero para conseguir lo que quería que sin más la Daiyokai utilizó su aterrador poder para seguir avanzando sin más contratiempos.

- Te mataré  - pensaba.

En los cielos Irasue y Kirinmaru miraban todo lo que aquella mujer celosa lograba hacer.

- ¿Quiere que la detenga? - preguntó  serio.

- No, déjala - respondió.

- ¿Pero y su nieto? - preguntó  asombrado.

- No quiero hacer nada, no hasta no saber bien que será- respondió - Además Yakô está ahí -

Kirinmaru asentía, pero dentro de el había un mal presentimiento, pues a pesar de no ser el padre de Sesshomaru sabía que algo malo le esperaba a el y sólo a el y eso le preocupaba,  pues si Sesshomaru  estaba en riesgo de morir el daría todo por él.

Look At Me (看著我).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora