EAGAN.

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PASADO

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PASADO

Todo el camino hacia aquí ella estuvo en silencio, se quedó inmersa en sus pensamientos con la mirada fija en el extenso campo de flores que rodea y acompaña nuestra maravillosa playa de arena blanca y aguas cristalinas. Sus ojos brillantes como un diamante se dirigen hacia mí y sus gestos, toda ella me dice que está encantada con todo lo que ve. Suelta un suspiro relajándose y dejando fluir todo eso que tiene dentro acercándose a mí rodeándome el torso con sus brazos, y es que pasar tanto tiempo con seres congelados, pasar tanto tiempo con ella me hizo entender lo que necesitan cuando algo excede a sus emociones.

Necesitan un momento, un poco de silencio.

Ellos son seres exageradamente sensibles y receptivos no solo con las emociones, sensaciones y sentimientos sino que también con lo que tocan. Todo se potencia a niveles que para un ser de fuego no sería sano porque entraría en un estado de locura.

La sostengo con firmeza depositando un beso en la cima de su cabeza y el ligero viento que proviene de la playa empuja el globo aerostático transportándonos hacia aquí. Mi Reino.

Una vez que llegamos a la puerta de mi habitación que en realidad ya paso a ser nuestra, tomo el pomo de la puerta dejándola pasar. La calidez del lugar nos rodea, las velas encendidas nos dan la bienvenida y ella da pasos hacia el centro de la habitación mientras no pierde el tiempo sacándose el vestido.

–Ese es mi trabajo.

Le digo acercándome a su espalda aflojando las cintas que mantienen el vestido ceñido a su cuerpo, sus hombros y toda su piel queda al descubierto y mis labios no tardan en dejarle un rastro de besos húmedos mientras mis manos se dirigen a sus caderas manteniéndola ahí.

–No soltaste ninguna brisa helada para mantenerlos en calma– le comento porque es algo que me sorprendió, siempre emana esas deliciosas sensaciones de serenidad.

Se gira estirando sus manos hacia mi camisa en donde se le forma una sonrisa viendo la jodida corbata aflojándola mientras la saca y sus dedos van desabrochando los botones de la camisa.

–Quería que puedan elegir su posición sin que yo tenga que intervenir, si ellos necesitaban enojarse para dar su opinión lo iba a tolerar pero gratamente no lo hicieron pude sentir cada una de sus emociones a flor de piel. Angustia y miedo pero no enojo porque se pusieron en nuestro lugar y supieron que no lo estábamos haciendo con mala intención. Gracias por intervenir amor, gracias por ayudarme con eso...

–Tenía que hacerlo, era el momento de que conozcan mi voz y una pequeña parte de mí a la hora de apoyarte. Quería que sepan que no estabas sola en ese discurso que por cierto fue increíble.

Le digo una vez que mi camisa termina en el suelo me saco el resto de la ropa levantándola para que sus piernas se enrollen en mi cintura dirigiéndome a la cama y su boca toma la mía succionando mi labio inferior, queda a horcajadas sobre mí y no para de besarme. La tomo de las caderas y tiro del lazo necesitándola. Me siento y con una mano tiro de su cabello hacia atrás chupándole el cuello mientras ella jadea, mi otra mano va directo a su bonito culo apretándolo, suelta un gemido que se amortigua en nuestras bocas.

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