NARRADOR OMNISCIENTE.

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PASADO

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PASADO

Ambos cuerpos estaban totalmente consumidos por su propia naturaleza.

El fuego de él se lo estaba comiendo vivo.

El hielo de ella la estaba congelando de manera que la hacía gritar del dolor.

Sus propios poderes, sus propios instintos estaban siendo ese peso del cual por el momento no podían salir. Era demasiado para ellos, y lo peor de todo es que la tristeza ese sentimiento tan abrumador que puede llegar a compararse a tener cadenas y a querer dejarse ir contra un abismo los estaba terminando de destruir por dentro.

Tristeza.

Un sentimiento que es necesario pero el más temido de todos, porque es el que te puede desarmar por completo, es eso que hace que tu corazón se encoja, que lo aniquila y eso no cualquiera lo puede soportar.

Eagan y Skade solo conocieron la alegría, el amor...

Todo esto era nuevo para ellos y lo hacía todo mucho peor porque no tenían control de ellos mismo. Estaban totalmente vulnerables y perdidos en esto.

No sabían muy bien lo que estaba pasando pero el sollozo de Skade y los quejidos de Eagan hicieron que la conciencia de ambos vuelva un poco en ellos. Ella dirigió sus manos a la camisa que traía puesta y la abrió dejando toda su desnudez para él, estaba invitándolo con ese gesto y con las feromonas de ambos dando vueltas por toda la habitación a ayudarla a calmar eso que tanto le dolía.

–Hazme sentir calor, por favor...

Eso fue suficiente para que el fuego de Eagan vuelva a ser el mismo de antes descendiendo la temperatura en el propio cuerpo de él porque literalmente lo estaba calcinando por dentro.

Eagan se posiciono sobre ella como siempre lo hizo, cuidándola. A pesar de no sentirse ellos mismos en ese momento sus ganas de protegerla y mimarla seguían intactos, aliviando esa molestia que Skade sentía.

Los testículos de él estaban a punto de estallar porque padecer diez días sin ella, sin poder soltar de ninguna manera esa descarga lo convirtieron en un ser rabioso, lleno de ira.

Su grueso pene estaba duro como una roca, palpitaba, las venas se marcaban a más no poder y el glande brillaba por el líquido de su excitación.

Tomo su pezón derecho enrollando la lengua en el mientras que no paraba de succionar con fuerza, dándole un par de mordidas de vez en vez. El cuerpo de ella se arqueo de manera que tuvo más acceso a ellos y no perdió el tiempo en sacarse la ropa interior porque su erección estaba goteando, tenía hambre de hundirse en ella y lo hizo, mientras besaba y mordía todo a su paso.

–Hazme sentir frio, preciosa.

Así fue como se enfrascaron en solo aliviar sus cuerpos no siendo muy conscientes de lo que sucedía pero aferrándose a ello sin que nada ni nadie más importe.

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