Capítulo 7: Primera Sangre pt. 2

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—A esto me refería. Parte del veneno de la espada sigue corriendo por tu mente. Te distrae, te pone en peligro, te vuelve débil, te envía directamente al hospital.

Por el tono enérgico, Shadow Weaver parecía saber perfectamente qué había ocurrido en Dryl ayer. La comandante se acercó y le acarició suavemente una mejilla mientras la observaba con el cariño oculto tras la máscara metálica. 

—Pero podemos corregirlo, podemos hacerte fuerte e importante otra vez —la comandante se perdió entre las sombras de la cámara, su voz, en cambio, se elevó por toda la estancia—. Escucha, Adora. Las espadas rebeldes son armas ceremoniales. Cayeron en decadencia hace cientos de años. Fue Lord Hordak quien se encargó de que la tecnología hordiana las supere.

¿Por qué le contaba esto? Adora se giraba continuamente porque la voz de Shadow Weaver sonaba atrás, no, al costado, no, ¿arriba? Se estaba desorientando de tanto girar. Parecía un trompo. Se obligó a detenerse y otra vez se encontró a pasos de la espada.

—Sin embargo —la voz de Shadow Weaver la sobresaltó—, hay una persona en Etheria que porta una espada. Una rebelde, por supuesto.

Adora se quedó mirando la espada con cara de susto. Inspiró una bocanada silenciosa para tratar controlar su respiración. ¿Realmente su cuerpo se sentía atraído a la Rebelión? Le daba asco ser ella misma. Se alejó dando pisotones en el suelo como si eso le ayudara a recuperar el control. La espada pareció guiñarle el ojo a medida que se alejaba. Pero eso era imposible, las espadas no tenían ojos.

De repente, algo la agarró con fuerza. Adora se sobresaltó y se sintió en peligro. Pero por el rabillo del ojo descubrió los largos y finos dedos de Shadow Weaver. Le había tomado los hombros para detenerla en el centro de la Cámara de la Black Garnet.

—¿Recuerdas qué rebelde portaba una espada? —interrogó.

La mente de Adora hizo conexiones, recordó caras y escenas, pero todas se desvanecieron. 

—Yo no... —desplazó el peso de una pierna a la otra—. No lo sé.

Shadow Weaver suavizó su agarre en los hombros, como si se hubiera relajado. ¿La estaba probando? ¿Confiaría en ella a pesar de que había sido envenenada por los rebeldes?  

—Eso es bueno —sentenció la comandante y, esta vez, Adora fue la que se relajó—. Significa que mi curación está funcionando, tu mente está rechazando los recuerdos. Te volverás fuerte otra vez y obtendrás el ascenso que te fue quitado.

El corazón de Adora pegó un salto ante la mención del ascenso. Aunque pronto un pensamiento frenó su arranque de alegría, borroneando su sonrisa.

—¿Shadow Weaver?

—¿Sí, Adora?

—Recuerdo haber sido ascendida hace tiempo. Luego todo se vuelve confuso y ahora... —tragó saliva—. Catra es capitana de la fuerza. No estoy molesta —si tenía que ser sincera, sí estaba un poco molesta—, pero me gustaría saber qué ocurrió. Mis recuerdos... 

Dejó la frase en el aire. La mención de Catra hizo que Shadow Weaver la soltara y se colocara frente a ella.

—¡Deberías estar molesta! —exclamó—. Ella no tendría que estar en tu puesto. Es un grave error, como todo con Catra. —Bajó la voz y lo siguientes palabras las escupió con desprecio—. Aunque no me sorprendería que lleve adelante su idea.

—¿Qué idea?

Shadow Weaver se quedó en silencio, su máscara ocultando cualquier indicio de emoción. La espada titiló como si acabara de escuchar un buen chiste.

Defensoras de Luna Brillante: She-Ra Universo AlternativoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora