Capítulo 9: La apertura de la Puerta del Mar

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La similitudes con su anterior viaje a las Salinas eran innegables: habían llegado con SeaHawk y trataban de convencer a la Mermista de unirse a la Alianza. Pero sí que había diferencias.

El viaje con el capitán había sido deprimente. SeaHawk no cantó ninguna canción. Su pésimo aspecto habló más que él: tenía unas ojeras pronunciadas y olía como si hubiera estado tres días en los peligrosos antros de Seaworthy, donde lo habían encontrado. Como si fuera poco no tenían a She-Ra con ellas y tampoco estaba Bow. 

Glimmer, cruzada de brazos, observó la bahía donde iban a desembarcar. Pequeños arrecifes rojizos y rocas puntiagudas salían como espinas de mar. Por suerte, el nuevo barco de SeaHawk (cortesía de Mermista) avanzaba ágilmente entre las olas, a pesar del dueño. Poco a poco el arco de piedras violáceas se iba formando en el horizonte.

El arco.

Echaba de menos a Bow. Él sabría qué palabras decir o, al menos, animaría el ambiente. Tal vez había sido una mala idea viajar sin su amigo. 

Glimmer sacudió levemente la cabeza. 

No.

Ella había cometido muchos errores. Tenía que repararlos por sí misma. 

Sintió la brisa marina contra su rostro. Si tenía que ser sincera consigo misma, ella no había querido que Bow viniera por temor a que le sucediera algo. Después de ser capturados por los hordianos en la Fiesta de las Princesas, Glimmer no había parado de pensar que si hubiera sido más madura, las cosas no habrían salido tan mal. Tal vez Adora seguiría con ellos.

Quiso alejar el pensamiento de su mente, pero al instante vino otro para seguir fustigándola: la ceñuda cara de su madre. Seguro tendrían fuertes discusiones cuando Glimmer regresara. No estarían en buenos términos. Ángela debió desesperar hasta que las cuatro guardias de Luna Brillante la hallaron. Además, era malo que la princesa del reino desapareciera sin dejar rastros mientras Luna Brillante pasaba un momento tan crítico. 

Cambió el peso de una pierna a la otra. En realidad sí había dejado rastros, por eso la habían encontrado las guardias que le respiraban en la nuca, mientras las escoltaban a Perfuma y a ella en el barco de SeaHawk. Sin embargo, si su madre no estaba desesperada, estaría enojada. 

Recordando el ceño fruncido de su mamá, Glimmer terminó por enojarse. ¿Cómo podía ser tan sobreprotectora? Ya no era una niña debilucha. Podía con esto.

"No con tus poderes en este estado", le recordó una voz interna.

Eso era cierto. Se llevó una mano al pecho. La maldición se había detenido un poco, pero se había vuelto más caótica. Antes Glimmer sabía que no podía teletransportarse más de siete veces seguidas porque la vibrante electricidad roja la detenía. Ahora los ataques eran irregulares y más potentes. Temía estar en medio de una batalla y desmayarse por el dolor.

—Princesa, hemos arribado.

La voz de la guardia la sacó de sus pensamientos. Se concentró en la tarea que tenía: reconstruir la Alianza. Avanzó decididamente por el muelle seguida por SeaHawk y Perfuma, cuando algo que vio la hizo detenerse en seco.

La vez anterior las Salinas habían estado desiertas. Un único guardia que también hacía las veces de cocinero y mayordomo los había escoltado. Aquella vez hubo un enfrentamiento con un barco hordiano. Era evidente que los hordianos habían atacado a un reino casi abandonado sólo porque allí estaba She-Ra.

Hoy el panorama era muy distinto.

—Uau —soltó Perfuma. 

El lugar estaba atestado de gente. Grupos de pescadores saltaban a sus botes para conseguir los mejores lugares en el mar. Se escuchaban gritos de administradores de cargas pesadas y capitanes de barcos de pasajeros. Aquí y allá pasaban patrullas de soldados ataviados con armaduras esmeralda que tenían la textura rugosa de las escamas. 

Defensoras de Luna Brillante: She-Ra Universo AlternativoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora