Capítulo 19: Tentáculos entre los arbustos

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Glimmer no estaba contenta con el entrecejo fruncido de la general. En parte porque la estaba mirando a ella, y también a Perfuma, pero, sobre todo porque decoraba una reprimenda que Glimmer no creía merecer.

—¿Me está escuchando, princesa?

—Por supuesto —respondió al instante.

Hacía un buen tiempo que había dejado escuchar. No es que le costara a atender. Literalmente, le estaban gritando en la cara. Lo que pasaba era que le parecía que había cosas más importantes para hacer. La victoria en Taymor había devuelto la alegría a los corazones rebeldes. Saber que los hordianos no eran invencibles le daban esperanza a cualquiera. 

Observó de reojo a Perfuma. La princesa atendía las palabras de la general con los ojos de un animalito asustado. Se tomaba las manos al frente con suavidad, pero su espalda estaba recta como un palo.

—...imprudentes. Si no llegábamos a tiempo no sólo hubieran caído ustedes. No lo olviden, Luna Brillante, Plumeria y gran cantidad de pueblos descansan sobre nuestras espaldas.

El tono de la general se había suavizado después de dos minutos enteros de enojo puro y duro. Glimmer creía que las había usado para descargar las frustraciones. No le guardaba rencor a la general, ella solía hacer cosas parecidas.

—Todo esto es mi culpa —dijo Perfuma en voz queda cuando la militar se alejó.

—Es una idiota —soltó Glimmer.

Perfuma abrió los ojos, lo que permitió distinguir el contorno de algunas lágrimas contenidas. Glimmer se cruzó de brazos.

—Me refiero —repuso—, a que necesitamos concentrarnos. Entrapta dijo que no hay rastro de hordianos por todos los bosques susurrantes. Van a atacarnos. Llevarnos aparte y perder tiempo para retarnos es estúpido.

Perfuma parpadeó cuando Glimmer terminó.

—Pero... si no hubiera provocado esas explosiones habríamos conservado el factor sorpresa.

Glimmer pateó una rama chamuscada. Habían quedado muchas desperdigadas por todo el lugar gracias al tornado de Spinnerella.

—¿Y qué? Tenemos que saber improvisar. No somos adivinos.

Perfuma respiró largamente el aire dulce de los Bosques Susurrantes, ahora avinagrado por la ceniza. Con el paso de la guerra en el bosque había crecido una veta de olor nauseabunda y amarga. Gracias a la victoria este había desparecido. Era increíble lo vivo que estaban los Bosques. Los animales, sin embargo, no se escuchaban por ninguna parte. Ni los grandes, ni los pequeños. Bow le había dicho a Glimmer que no volverían hasta que fuera seguro. 

Era difícil de creer que los Bosques Susurrantes no fueran seguros. Glimmer había pasado gran parte de su infancia aprendiendo a controlar sus poderes entre estos retorcidos y coloridos árboles. Aquí era a donde se escapaba cuando su mamá la castigaba. Ángela se había encargado de contarle las más tenebrosas historias sobre el lugar. Hablaba de animales salvajes, raíces puntiagudas y árboles que se cernían sobre cualquiera que osara caminar bajo sus sombras. Por supuesto eso sólo contribuyó a que Glimmer tuviera más curiosidad.

La cosa empeoró cuando un día encontró a un chico con un arco intentando acertar a una diana. Bueno, intentando era una manera de decir, todas las flechas estaban bastante lejos del blanco.

La voz de Perfuma la devolvió a la realidad. 

—Glimmer, ¿sabes dónde está Bow?

Glimmer quiso imitar a Perfuma tomando una gran bocanada de aire, pero no le salió. Se atragantó y terminó tosiendo. Perfuma se agachó sobre ella, pero Glimmer se corrió y alzó una mano para que no la tocara. No le gustaba que la tocaran cuando tenía un ataque de tos.

Defensoras de Luna Brillante: She-Ra Universo AlternativoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora