Una de las mañanas en las que se dirigía a la cocina, reunió el valor para preguntar a Mason sobre la verdadera ubicación del Refugio. La pregunta llevaba un par de días rondándole en la cabeza, pero no se había atrevido a compartirla con nadie.
—Nadie lo sabe—la respuesta de su nuevo amigo la pilló por sorpresa—. Son muchos los rumores. Hay quienes dicen que estamos en mitad de la nada, perdidos entre nuestro mundo y otro. Otros creen que El Refugio está situado en alguna montaña recóndita y que los hechizos de protección que tiene a su alrededor lo hacen invisible a los ojos de cualquier extraño.
—Y, ¿nadie se ha ido nunca de aquí?—preguntó ella.
Él asintió levemente.
—Se dice que hay muchas entradas a este lugar. Hay algunos puntos clave esparcidos por todo el mundo. Son portales escondidos. Difíciles de encontrar. La gente se pasa meses siguiendo los rumores que se escuchan en la calle para llegar hasta aquí. Hay Nocturnos que se encargan de traer a magos y brujas en apuros y también son quienes custodian las entradas. Yo llegué por las ruinas de una antigua iglesia—comenzó Mason—. Si decides abandonar El Refugio y volver, dicen que apareces en el mismo lugar en el que se encuentra dicha entrada.
Agradeció que no le preguntara por ella. Desconocía cómo llegó allí. No recordaba nada de su Si trataba de recordarlo, tan solo veía la luz y dolor.
***
Era de noche. Mason, Cynthia y Estella conversaban tranquilamente, al igual que hacían siempre que terminaban de trabajar. Se había convertido en su forma de concluir el día.
—He escuchado que la matanza contra los huidos de Castapher está siendo más brutal que nunca—confesó Mason, aparentemente nervioso—. Lo han comentado en la cocina, pero no he podido escuchar nada más.
Estella se puso tensa al escuchar las palabras de su amigo. El Refugio era una especie de burbuja en la que vivían aislados de todo. Apenas recibían noticias del exterior y la escasa información que obtenían consistía en susurros, rumores y palabrería.
—Yo también lo he oído, pero ya sabes cómo son las cosas aquí, Mason—Cynthia zarandeaba la mano en el aire intentando quitarle importancia al asunta—. A la gente le gusta hablar.
Cynthia posó su mano sobre el regazo de su amigo. Mason se mostraba algo nervioso.
—Es verdad. Antes de que yo llegara aquí los asesinatos habían empezado a ir a más—se arrepintió de lo que dijo nada más hacerlo, pero las palabras salieron solas.
Recordó la libreta de Rob. Las fechas que había en él eran cada vez más próximas entre sí. Incluso lo comentaron en la reunión que escucharon escondidos bajo la cristalera. Su madre había dicho que debían ser más discretos.
Mason tragó saliva con dificultad. Había sido él quien había hecho el comentario sobre los rumores, pero estaba cada vez más nervioso. Necesitaba hablar.
—Lo único que espero es que todo esto termine pronto—dijo Mason—. No quiero que nadie más pierda a sus seres queridos por culpa de una banda de lunáticos asesinos.
—Tranquilo, Mason—replicó Cynthia.
Estella no entendía nada, aunque tenía sus teorías sobre lo que escondía su amigo. De vez en cuando solía hacer comentarios similares a aquél y ella no podía hacer otra cosa que imaginarse a quién había perdido en manos de La Sociedad.
—No puedo estar tranquilo, Cynthia. Me invade la rabia cada vez que escucho que hay gente muriendo por pensar de otra forma a la de esos locos—estaba temblando. Sus miedos empujaban intentando escapar de su interior. Le brillaban los ojos a causa de la furia—. Perdí a mis padres por su culpa y aunque dejen de matar. y volvamos a vivir tranquilos, yo no los recuperaré nunca.
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Estella
FantasiEl cuerpo de un hombre aparece tirado en la esquina de una carretera a medianoche. Cuando Estella, una joven de veintidós años que trabaja como tragafuegos, descubre que se trata de su novio, se ve envuelta en una frenética trama de misterio, asesin...