La puerta de la habitación iba a salir disparada contra la pared si seguía golpeándola de tal manera. Y así lo harían en caso de que fuera necesario. La urgencia con la que estaban aporreando la puerta denotaba que aquél era un asunto de vida o muerte.
Estella se despertó de golpe, asaltada por las bruscas sacudidas. Alguien al otro lado estaba haciendo lo imposible por despertarla.
Sintió miedo por un momento. Se suponía que no había nada en aquel lugar a lo que pudiera temer. En teoría, se trataba de un sitio seguro y protegido. Sin embargo, un escalofrío recorrió su espalda. Si la persona al otro lado quería entrar, lo lograría tarde o temprano. Echó la vista hacia la ventana, como si aquélla fuera su única vía de escape, aunque sabía que era imposible.
—¡ESTELLA!—una voz tremendamente familiar gritaba su nombre una y otra vez—. ¡ESTELLA! ¡ESTELLA! ¡VAMOS, DESPIERTA!
Tardó un par de segundos en identificar a quién pertenecía la voz que gritaba su nombre. Lo repetía sin parar, como si el mundo se fuera a acabar si ella no se dignaba a aparecer. Corrió a abrir la puerta en cuanto se dio cuenta de que era Nathaiel quien se escondía al otro lado.
—¡Por fin!—gritó él al ver a Estella bajo el umbral.
Estaba rojo y un manto de sudor cubría todo su rostro. Se quedó impresionada al verlo. Llevaba semanas sin saber nada de él. Pudo leer la urgencia en su rostro. Su mirada gritaba miedo. Respiraba de forma entrecortada. Saltaba a la vista que algo malo había ocurrido, pero no fue capaz de entender qué cosa tan terrible podría haberlo llevado a su habitación a tales horas de la noche.
—¿Qué pasa?—inquirió ella con nerviosismo.
—El Consejo quiere verte—aquellas palabras resonaron contra las paredes del pasillo totalmente vacío—urgentemente.
No podía tratarse de nada bueno.
El Consejo lideraba a Los Nocturnos. Había oído hablar de ellos, pero lo único que sabía era que eran la máxima autoridad en El Refugio. Jamás los había visto. Si sabía de su existencia, era porque sus amigos se la habían revelado.
—¿Qué ha pasado?—preguntó asustada—¿Por qué quiere verme El Consejo?
—No lo sé—Estella no le creyó.
Nathaniel comenzó a andar aceleradamente por el pasadizo sumido en las tinieblas. Estella corrió tras él, en busca de alguna explicación. No entendía nada de lo que estaba pasando. No podía controlar el temblor de sus dedos.
No sabía qué le había sorprendido más, si la aparición inesperada del muchacho en su habitación o el hecho de que El Consejo quisiera verla. Fuera lo que fuese lo que había llevado a Nathaniel hasta allí, era algo importante. Se temía lo peor.
Estaba segura de que sabía mucho más de lo que quería demostrar. Al ver que no obtenía respuesta alguna, se paró en seco. Nathaniel se vio obligado a añadir algo más al reparar en que la joven no avanzaba.
—No puedo decírtelo—una mueca de rabia recorrió su rostro. Maldijo su cabezonería—. No me dejan contártelo, pero es de extrema importancia.
—¿Qué puede ser tan importante como para despertarme en mitad de la noche y alterarte tanto?—gritó ella entre susurros.
No tenía intención de moverse hasta obtener alguna respuesta y aquello no hacía más que complicar aún más la situación.
—Ellos te lo contarán todo en cuanto llegues—fue lo único que le reveló.
Volvió a retomar el paso. Caminaron en silencio. El eco de sus pasos fue lo único que Estella pudo escuchar a lo largo de los pasillos.
Entre aquel silencioso tira y afloja, Estella no se había dado cuenta de que habían llegado a una parte del palacio que le era totalmente desconocida. Se había vuelto a perder en mitad del entramado de pasadizos.

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Estella
FantasiEl cuerpo de un hombre aparece tirado en la esquina de una carretera a medianoche. Cuando Estella, una joven de veintidós años que trabaja como tragafuegos, descubre que se trata de su novio, se ve envuelta en una frenética trama de misterio, asesin...