CAPITULO 1

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Francia, la ciudad del amor, lastimosamente en 1738 lo único que era considerado amor, era la relación entre un hombre y una mujer, lo demás no era nada.

En una Francia donde la iglesia tenía más poder que la propia corona, todo aquello que este descrito por la biblia como malo o fruto del pecado, seria condenado.

Un amor entre dos personas que no podían estar juntas, estaba apuntó de florecer, un amor que no conocía de estatus, religión o género, tan puro y sincero que marco a la población de la bella París.

Un amor entre dos personas que no podían estar juntas, estaba apuntó de florecer, un amor que no conocía de estatus, religión o género, tan puro y sincero que marco a la población de la bella París

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Hoy era un día perfecto para ganar unas monedas, el pelinegro tomo su bolso, su velo, su capa y se dispuso a salir, de su improvisada carpa.

—Buenos días Seokjinnie— Una mujer algo mayor se acercó dejando una caricia en sus mejillas y entregándole un pan en sus manos.

—Buenos días matriarca— Sonrió, para luego morder el trozo de pan que le fue entregado mientras caminaba con dirección a la salida.

—¿A dónde vas tan temprano? —Pregunto la mujer mientras seguía entregando panes a las demás personas del lugar.

—Voy a la plaza, quiero ganar algunas monedas— La mujer lo miro preocupada, pero antes de que pudiera decir algo Seokjin hablo. —Matriarca, estaré bien, no se preocupe.

—No te metas en problemas Jinnie, sabes que nos están buscando— El menor dejo un beso en su frente para seguido regalarle una sonrisa honesta.

—Soy muy veloz y ágil, no se preocupe, regresaré temprano.

—Si no te veo aquí antes del anochecer, yo misma voy y te entregare a nuestra madre luna— Sentencio la mujer en tono serio.

—Cuide a Taehyung por mí— La mujer aceptó y sin más siguió con su labor.

Tomo una antorcha y se dispuso a caminar hasta la salida, vivir en un subterráneo junto a las catatumbas no era su cosa favorita, pero era eso o ser asesinados por los soldados de la corona.

Llego a la "puerta", que en realidad era la abertura por donde caían las aguas residuales, está ya no servía, así que no tenía que preocuparse por ensuciar sus pies con cosas las cuales no quería nombrar.

Trepó hasta subir a la entrada y empezó a caminar agachado, llego al final del túnel, dejo la antorcha en el suelo y empezó a jalar el bloque que cubría la salida, salió rápidamente y así mismo empujo el bloque.

Rápidamente se colocó el velo, su capa y se puso en marcha hacia la plaza.

Camino hasta que por fin encontró una esquina transitada y sin guardias.

Se quitó la capa y empezó a tararear una canción para luego sacar una pandereta y tocarla al ritmo de la canción.

Empezó a bailar, dando vueltas y moviendo su cadera levemente, daba saltos y piruetas

Ojos de Luna [KNJ & KSJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora