CAPÍTULO 10

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"Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús le dijo: "Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere."

Evangelio de San Mateo (Capítulo 25, versículos 51—52)

Cerró el enorme libro y miró a todos los presentes, todos con sus ojos bien puestos en él y dándole toda su atención.

—Queridos hermanos, el versículo de hoy nos quiere dejar una lección muy importante— miro a Yoongi quien escuchaba atento. —No manchemos nuestro destino con el odio o la matanza, nuestro padre todo lo ve, él es un hombre misericordioso, pero hay cosas que él no puede perdonar— aclaró su garganta para darse a escuchar un poco más. —"No matarás" es el quinto mandamiento de la sagrada ley de Dios, puedes pedir perdón, solo— aclaro el solo. —Si tu corazón está arrepentido de verdad, podrán engañar a su mente y corazón, pero no a nuestro señor, él es el único con el poder para limpiar nuestros pecados y hacernos pagar por ellos— muchas personas lo miraban atentamente, otras simplemente asentían con su cabeza.—Una simple disculpa no bastará para la familia de aquella persona a la que han matado, para Dios la muerte de uno de sus hijos tampoco será perdonado con una simple disculpa— empezó a caminar hacia el altar principal. —"El que a hierro mata a hierro muere"— sonrió un poco. —Hermanos esa frase deja todo en claro, sea en esta vida o en la otra, nosotros pagaremos por nuestros pecados más graves, porque Dios— apuntó al hombre crucificado sobre el. —El todo lo sabe.

Tal vez se había ido más hacia lo personal, pero no había hecho nada malo, había estado buscando la oportunidad de poder dar esa prédica y que mejor que hacerlo un Domingo.

No había visto al gitano en muchos días, cosa que lo preocupó bastante, al salir a hacer sus compras decidió preguntar.

No había visto a ningún gitano por los alrededores en días.

Sabía lo dolorosa que podía llegar a ser la muerte de un familiar, pero al parecer para aquellas personas de tez canela, la simple muerte de sus iguales era motivo de tristeza para toda la comunidad.

Era conmovedor y a la vez admirable.

Volviendo a la realidad estaba recogiendo sus papeles en su estudio cuando el pelinegro apareció frente a él. —¿Qué sucede Yoongi?

—Me gustó la prédica de hoy, fue algo diferente a lo que hacemos los domingos— era cierto, los domingos normalmente hablaban de familia o amor hacia Dios.

—Lo sé, quise salirme de la rutina— mintió, no quería eso.

—Y estuvo bien, fue refrescante oír algo nuevo, por cierto voy a comprar pan dulce, ya regreso— Namjoon asintió.

Le había pegado su gusto obsesivo por aquel dulce al menor, quería sentirse feliz por eso, pero en su pecho solo había preocupación.

Sabía que los gitanos estaban bien por palabras de los comerciantes, la cuestión era si era verdad o no.

Pasó lo que resto del día hablando con Yoongi, contestando preguntas o simplemente narrando sus fábulas favoritas.

Al dormir volvió a hacer su rutina solo que con un cambio más. —Dios por favor, protege a los gitanos y sus familias así como a nosotros, ellos también son tus hijos— se persignó y se acostó.

Desde que dejó de ver al de ojos grises, todas las noches oraba por su gente, no había un motivo especial a parte de mera preocupación.

La mañana volvió a llegar, como si nada, otra vez tuvo que limpiar el templo, una esperanza de ver al gitano nació en su corazón.

Ojos de Luna [KNJ & KSJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora