Lo primero que se pregunta es el signo

Capítulo 1

Emma

Posiblemente mi personalidad me dio ventajas, pero en otros casos me arruinó la vida. Se preguntarán por qué lo digo, bueno, empecemos porque soy Aries. Se cuestionarán... ¿Qué tiene que ver tu signo zodiacal con tu vida? Muchas cosas.

Vivo en Londres, basado en los estereotipos en una familia perfecta... o no tanto. Mi madre es una diseñadora exitosa y mi padre un empresario reconocido en la ciudad por su manejo propio. En mi infancia, siempre fui el centro de atención de mis padres, sin embargo, en cuanto fui creciendo, al parecer el trabajo fue más importante que yo y en ese instante supe que algo en mi familia había cambiado, pero realmente solo yo lo pensaba debido a que nadie más compartía mi mismo pensamiento, o bien, no se daban cuenta.

Todo cambió cuando cumplí mis 12 años, no estoy segura si empecé a ver la realidad o el mundo verdaderamente dio un giro. La escuela empezó a quitarme mi tiempo y energía, y según yo en ese momento perdí a mis amigos, cosa que con el paso del tiempo supe que no era cierto, porque obviamente soy Aries y soy la persona más social que podrás conocer, aunque a lo mejor puede que exagere un poco.

A lo largo de la vida siempre me han dicho que tengo una gran habilidad en liderar y en comunicarme con los demás. Me considero una persona muy extrovertida, intensa, demasiado celosa, bastante cariñosa y obviamente siempre con mi carácter fuerte y súper enojona.

Tal como lo haría una persona tan impulsiva como yo mi primer día de secundaria, lo único en lo que pensaba era en hacer amigos, socializar con la mayoría y claramente que todos sepan de mí.

Cuando salimos de la primera clase al break fui a la cafetería y ahí fue cuando la vi. Estaba justo delante de mí. Aquella hermosa niña de pelo corto color oscuro y esos lindos ojos esmeralda. Mientras esperábamos a que nos atendieran, a la chica se le cayó un billete.

- Oye – Ella se gira hacia mi e ignora el billete – Se te cayó un billete

- ¿Cómo?

- Si, se te cayó un billete

- Eh... gracias – Algo tímida.

En ese instante pensé que no me volvería a hablar nunca, no la vi como aquella amiga que buscaba en ese momento. Supuse que no era un signo de fuego o de tierra. Créeme, tengo una gran intuición en este tema.