Capítulo 21

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Emma

Siento un fuerte ruido. Proviene de la puerta de mi habitación. Cuando volteo a ver, admiro a mi mejor amiga en la entrada de mi cuarto.

- ¿Aún estás molesta conmigo? – Cuestiono.

- Sí, pero es inevitable venir a verte. – Responde seriamente.

- Pero no es justo que estés enojada conmigo. Tú nunca me trajiste mi dona de chocolate –. Echándoselo en cara.

- Y tú me arruinaste el momento.

- ¿Así que... quedamos a paz? – Digo con una sonrisa.

- Nunca me contaste que te había dicho Teo –. Me interrumpe.

- Mira por ti misma. – Le paso el celular y ella empieza a leer.

TEO (el de la fiesta)

Hola, Emma.

No hablamos hace tiempo...

Quería saber si nos podríamos volver a ver. Aún me pareces muy linda.

¿Quedamos un día?

- ¿Por qué lo tienes como "el de la fiesta"? Bueno, en fin. ¡¡Respóndele!! ¿Por qué lo dejas en visto?

- Es que hay que hacerse la difícil.

Jul empieza a escribir algo y yo me asomo para ver.

TEO (el de la fiesta)

Listo, claro. ¿Cuándo puedes?

¿Mañana miércoles a las 4pm te queda bien?

- ¡Wow! Me sorprende que ya sepas hablar como yo.

- Estos 5 años de amistad no son gratis. – Ríe.

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Ya voy de salida. Teo quiso recogerme. Llevo puesta una chaqueta negra de cuero, y debajo un vestido corto, de un rojo brillante junto con unas botas negras de tacón.

Me llega un mensaje de él.


TEO

Baja. Ya estoy acá.


Salgo de mi casa y no veo ningún carro cerca. Levanto la mirada y observo a Teo con dos cascos en la mano.

- Hola, bonita.

- Hola –. Digo sonriente. Me pasa un casco de los que tiene en la mano. Quedo algo sorprendida porque hasta en ese momento fue que caí en cuenta de que nos íbamos en moto.

- Espérame aquí, bonita. – Veo que se aleja, cuando regresa lo veo en una moto. ¿¡UNA MOTO!? Nunca me he subido en mi vida a una. – Vamos, sube. – Nota que me quedo perpleja, al no saber subirme en esta. Además de que no traigo el atuendo más indicado. - ¿Nunca has montado en moto?

- No...

- Ven, yo te ayudo. – Me tiende la mano. – Pon el pie aquí y luego pasa la pierna por encima. Te acomodas y listo. – Lo hago y después de dos intentos, logro subirme.

Empezamos nuestro trayecto y tuve un millón de emociones. A Teo se le nota la experiencia, no le da miedo nada en la carretera. Espero que mi mini micrófono no salga volando. De repente frenamos de manera brusca. Teo no se preocupa en lo más mínimo, pero me notó asustada, voltea y noto como me sonríe.

- ¿A dónde me llevas?

- Ya verás. – Quedo algo frustrada con esta respuesta, pero no puedo hacer nada.

Después de un largo viaje, llegamos a un pequeño parque en una colina. El lugar es bastante rural. Bajamos de la moto y nos dirigimos a unas pequeñas mesas que hay cerca.

- No sabía que los Géminis eran de parques y naturaleza... - Menciono entre risas.

- A ver, a ver... No todo en mi vida es fiesta. Además, tengo ascendente en virgo.

En ese momento se quita su casco. Noto como su cabello rubio cae ligeramente sobre su rostro. Sus ojos azules se resaltan por la luz del sol, y sinceramente me quedo paralizada admirándolo. Cuando lo nota, me lanza una sonrisa de picardía con toques de orgullo.

Acomoda su camiseta gris y su gorrito aesthetic negro, estilo pescador.

Vemos pasar a un señor con un carrito de helados. Me levanto de la silla y digo:

- ¡Hola! Me das dos helados de...


- Dame dos helados de chocolate, por favor. – Me dirijo hacia él dándole el dinero justo apresuradamente. Me giro y los ojos verdes y brillantes de Amber están penetrando los míos con una mirada con la que detecto que sé que me quiere asesinar por segunda vez en un solo día.

Recuerdo automáticamente el momento en el que pareció como un Déjà Vu, pero con Amber...


- Tenemos de chocolate en promoción, pague 1 y lleve 2.

- No. – Digo rápidamente. – No, gracias. – Corrijo con un tono más amable.

- Dos de vainilla estarían bien.

Compro los helados y me vuelvo a acercar a Teo.

- Gracias. – Me dice, mientras empieza a comérselo.

- Vale. - Digo apenas abriendo el mío, de la bolsa.

- ¿Chocolate blanco? Rico.

- ¿Disculpa? – Me levanto automáticamente y corro hasta donde está el señor con el carrito de helados. – Señor, disculpe, pero yo pedí dos helados de vainilla, no de chocolate.

- Por eso...

- ¡Por eso!

- Mi... mi... ¡Bueno! El chico de allá no tiene su helado de vainilla. Tiene el de chocolate blanco.

Veo a Teo riéndose desde la mesa y comprendo la situación.

- Un segundo. – Termino de abrir mi helado y lo pruebo. – Le dirijo una mirada asesina a Teo. – Perdón, señor. Fue una confusión. Gracias.

Corro hacia Teo.

Lo primero que se pregunta es el signoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora