Capítulo 13

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Emma

Y aquí me encuentro, sentada al lado de Amber sobre el capó de mi carrito rojo.

- ¿Sabes? Ahora que lo pienso, sí combino con tu auto – Me dice con una sonrisa en su rostro.

Volteo hacia ella con curiosidad y me cuesta recordar el comentario que le hice hace unas horas atrás, pero lo hago:

- ¿Vesss? Ya no soy la única que lo piensa.

Nos recostamos en el vidrio que conforma la ventana principal del Audi y seguimos la conversación mientras la luz de la luna brilla con intensidad y observamos las abundantes estrellas. El silencio reina entre nosotras. Siento la necesidad de llenarlo, así que decido preguntarle algo fuera de contexto:

- ¿Alguna vez has probado el Eclair? – Lo pregunto porque alguna vez mi mejor amiga me comentó sobre este postre francés y recuerdo bien que me dijo que representaba el postre del amor. Ya sabes, por la ciudad y todo eso.

- Oui Biensur –. La miro extrañada y algo confundida. Sé que es francés por el acento y como lo dijo, pero no tengo ni la mas mínima idea de qué dijo así que ella nota mi confusión y agrega – Significa que sí lo he probado – Dice obviando la conversación -. También sé que es el postre del amor... - Al decir esto volteo la mirada hacia otro lado sin demostrarle tanta importancia. - ¿Te gusta?

- Sí, de hecho es mi postre favorito – Respondo sin cambiar mi posición. -Sé que a unas cuadras está una repostería francesa abierta las 24 horas. ¿Quieres ir? Es decir... no tenemos nada que hacer.

- Ven, pero ¿no estábamos perdidas? – Exclama levantándose.

- Sí, en realidad no se cómo llegar a mi casa, y si no sé llegar a la mía menos sé como ir a la tuya, pero conozco muy bien estas calles porque he pasado mucho tiempo por acá... ya sabes, en mi adolescencia.

- Ah vale, pero no. No quiero gastar mi dinero ni quiero hacer que gastes el tuyo.

Por dios, que tercos son los Tauro, a parte, ¿desde cuándo ellos rechazan la comida? No los entiendo.

Me levanto, bajo del vehículo y empiezo a caminar por la carretera.

- Ey, ¿a dónde vas?

- ¿A dónde crees?

- ¿Crees que voy a adivinar? Obvio no sé, así que dime.

- No lo sé, si quieres seguirme solo hazlo.

- ¿Pero...? Ahg, está bien, solo porque no me quiero quedar sola en medio de la nada con tu auto de responsabilidad. – Comienza a caminar y entorna sus ojos verdosos. Sonrío con orgullo aunque ella no lo nota.

Evidentemente nos dirigimos hacia la cafetería, cosa que no admite, pero por lo Tauro sé que aceptará. Sip, estoy muy segura.

- ¡EMMA! ¡Espérame! – Estoy algo delante de ella, me giro y suelto una carcajada mientras empiezo a correr.

- ¡Oye! No, no seas así – Grita entre risas. No me doy cuenta del escándalo que estamos creando hasta que escuchamos una voz de un hombre regañándonos, o eso parece.

- ¡¿Acaso no saben la hora que es?! – Se dirige hacia mi -. Niñitas malcriadas – Suelta por lo bajo.

Amber llega, se posiciona a mi lado y se da cuenta del hombre que se encuentra dentro de una casa sosteniendo la puerta abierta con el seño fruncido. Amber abre la boca para decir algo pero en ese momento un joven se pone al lado del señor que parece su padre, éste analiza la situación y específicamente a mí me fulmina con la mirada.

Lo primero que se pregunta es el signoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora