Capítulo 9

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Juliette

Entre gritos de emoción y felicidad se me viene una cuestión a la mente y le pregunto a Emma:

- Oye, ¿Qué rayos haremos con los documentos que sacamos del hospital? – Emma al instante cambia su expresión a una más pensativa y a la vez algo preocupada, creo que ya ni se acordaba.

- No me había puesto a pensar en eso...

- Me acabo de dar cuenta que...– Emma me mira con una cara que reconozco fácilmente y me interrumpe.

- ¿Estás pensando lo mismo que yo? – Cuestiona Emma con una sonrisa.

- ¿Estás pensando en volver al hospital y repetir lo que hicimos? No. No lo haremos.

- ¿Entonces podríamos quemarlos?

- ¿Qué? No.

- ¿Dejémoslos en la puerta del hospital, te parece? O podríamos entrar al hospital, dejar las carpetas en la oficina del jefe y poner una notita que diga: Ya hicimos el papeleo, jefe. – Propone entre risas.

- No es tan mala idea pero sería mejor dejarlo en la entrada del hospital, no podemos volvernos a arriesgar así.

- Espera... ¿Estás diciendo que es una mala idea dejar la notita? – Acto seguido hace un puchero y nos empezamos a reír de nuevo.

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Vamos saliendo al hospital. Mi mejor amiga me convenció de escaparnos en medio de la noche y acá estamos, como siempre, después de una larga discusión me logró convencer que hacer esta locura en plena madrugada.

Todo esto pasó cuando me llegó un mensaje de texto a la una de la madrugada:

MI ARIES FAV

*Ha enviado un mensaje*

"Estoy en frente de tu casa, sal por la ventana de tu habitación."

Aunque suene extraño mi mejor amiga me pidió literalmente que me tirara de la ventana de mi cuarto, muy Aries de su parte. Me tuve que cambiar de rapidez y salí a mi ventana. Gracias a los reyes del zodiaco, mi habitación en la ventana tiene un balcón que tiene unas escaleras plegables así que pude bajar desde allí. Claramente Emma se decepcionó un poco, pero por suerte no lo hice porque hubiera resultado todo aún peor además del ruido que haríamos.

- Bestie, nos vamos a demorar siglos si vamos caminando – Se queja Emma.

- A ver, no hay buses a esta hora, es la una y media de la mañana. – Le digo siendo consciente de la realidad. Me vuelve a mirar de la misma manera tan fácil de identificar y sé que esta planeando algo terrible.

- ¿Sabes dónde están las llaves del auto de tu papá? – Me mira de una manera atrevida y con un toque de rebeldía.

- Pésima idea. ¿Sabes el regaño que me daría mi papá si se entera? No, ni pensarlo.

- ¿Por qué? Yo manejaré. – Articuló Emma.

- ¿Por qué? Primero: Eres tú. Segundo: Estás loca. Tercero: Es el carro que mi papá compró con tanto esfuerzo hace menos de dos años.

- Entiendo, pero no nos tardaremos mucho, en auto son veinte minutos, ahora imagínate caminando; No llegamos nunca.

- Bien... pero si mi papá se llega a enterar es tu culpa.

Mientras entramos a la casa intentando no hacer ni el mínimo ruido para no levantar a mi padre a Emma se le escapa una risa de temor pero a la vez de diversión.

- Cállate – Le digo dándole un codazo a Emma.

Estamos en el primer piso, hemos buscado por toda la casa en todos los lugares posibles... Solo faltaba la habitación de mi papá.

- ¿Qué hacemos?

- Ni modo, debemos entrar – Susurra.

- Sí, estás loca – Afirmo.

Con mucho cuidado giro el pomo de la puerta, este rechina y al instante Emma y yo nos miramos con una cara de angustia. Mientras empujo la puerta hago un gesto en el que expreso toda la delicadeza con la que estaba intentando entrar sin despertar a mi padre. Logramos entrar y lo primero que veo son las llaves del auto. Emma las agarra y de repente suena como chocan las llaves causando un ruido fuerte.

Carajo, hasta aquí llegamos.

Nos miramos con una expresión de mucha angustia, sin embargo Emma intenta contener su risa en la cual es notable que pronto emitirá un ruido muy fuerte. No obstante, mi padre solo gira de su lado y voltea su almohada inconscientemente #Típico-de-tauro. Así es, lo hemos logrado.

Le hago una seña a mi mejor amiga para decirle que nos vayamos rápido, en seguida ella obedece y seguimos con nuestro plan.

Mientras íbamos en el auto y Emma conducía me inundaba un sentimiento de culpa por lo que estábamos haciendo.

- Listo, pon el GPS – Menciona, al mismo tiempo que me entrega su celular.

- ¿Cuál es la contraseña? – Pregunto.

- 1607 – Me dice y sonríe.

- ¿Mi cumpleaños? ¡Ay, qué linda!

A continuación ponemos el GPS para guiarnos y luego de unos minutos en silencio, cuando íbamos a llegar le grito:

- ¡Amiga, te pasaste! Era doblando la esquina a la izquierda. – Nos reímos y nos damos cuenta que el tiempo del recorrido pronosticado se aumenta a siete minutos más.

- Pendeja, no me dijiste. Ahora tenemos que gastar más tiempo. – Dice rodando los ojos, en ese momento acelera más de lo habitual, me asusta porque ella conduciendo a veces se pone un poco loca #Típico-de-Aries.

Después de unos minutos hemos llegado a nuestro destino.

- Listo, dejemos ahí los documentos – Le digo algo apurada y nerviosa.

- ¿Segura que no quieres dejar la notita? – Intenta convencerme mientras hace una mueca.

- Segura – Exclamo entre risas.

Lo primero que se pregunta es el signoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora