CAPÍTULO 4

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Sally entra en la habitación de Mia completamente diferente a la Drew, en vez de cama de Matrimonio tiene dos camas individuales, la persiana está bajada y no entra ni rayo de sol por la ventana. Es una habitación más fría, tanto que el castañeo de los dientes le empezaba a incomodar a Mía.

    —Espera— Mia se dirige a un armario de roble empotrado y coge un abrigo de lana color marrón

—Toma— le lanza el abrigo y Sally lo coge al vuelo.

    —Gracias—Sally se abrocha el abrigo.

    —Dentro de una hora tengo guardia en la azotea,¿quieres venir?— Mia se recoge el pelo en una cola de caballo.

    —Supongo—Contestó Sally.

Aunque Sally no supiera el motivo de subir a la azotea a hacer guardia no quería perder la oportunidad de hablar con Mía y sacarla información.

    —Sube Mía, te toca— se oye una voz masculina tras un walkie talkie.

Mía coge el transmisor del escritorio lleno de papeles. Va al salón y escoge la metralleta y la ametralladora. Vuelve a la habitación y le da la metralleta a Sally.

    —Vamos— Sally le sigue confundida.

Suben las escaleras hasta llegar a la ultima planta. Y ven a Drew sentado en una silla de playa.

    —Todo despejado— le asegura Drew.

Sally y Drew intercambian miradas, pero Drew ignora por completo la presencia de Sally.

    —Toma—Drew saca de su bolsillo una granada y desaparece de la azotea.

    —Siéntate—le ordenó Mía.

Sally obedece y se sienta a contemplar las vistas en el horizonte hay bastantes rascacielos, la luna llena iluminaba la ciudad. Agudizo el oído y solamente escuchaba las olas del mar.

    —No hay nadie— suspira.

    —Creeme que si, que no los veas o los oigas no significa que no estén.

    —¿Quienes?.

—Los Sfongs , los Cavenen. Nuestros enemigos —Mía le contestó mirándola a los ojos.

    —No sé quienes son, ni su aspecto, ni nada— Sally al escuchar sus palabras se siente derrotada en una lucha que no tiene sentido para ella.

    —Los Sfongs son fáciles de ver, van en manada, suelen estar en las montañas, por lo que sabemos no saben nadar y por eso siempre dormimos cerca del mar. Miden dos metros y medio.Tienen el cuerpo cubierto de pelo como un simio y tienen los ojos rojos como rubíes .

    —Entiendo—aunque en realidad le sonaba surrealista todo lo que había contado— ¿Y los Cavenen?.

    —Los Cavenen son solitarios, inteligentes y terriblemente crueles a la hora de matar. Son de apariencia humana,con la diferencia de las manchas blancas por su cuerpo. La única manera de matarlos es arrancándoles la cabeza del cuerpo.

    — No mueren si les disparas— se sorprende Sally

    —No.

Pasada una hora no intercambiaron ninguna otra palabra, Mía estaba sentada mirando hacia la montañas y Sally en la costa.

    —¿Cuánto llevas aquí?— le pregunta Sally.

    —Más del que puedo recordar— Mía ni se inmuta de darse la vuelta.

Sally sabía perfectamente que le había dado una respuesta evasiva.

    — ¿Cuántos sois en vuestro grupo?—le vuelve a preguntar.

    —Menos personas que ahora.

    —Eso no es una respuesta— Sally se levanta y se dirige a la silla de Mía.

—Vuelve a tu sitio— Mía la escucha llegar y se sobresalta.

    —Perdiste a alguien importante ¿verdad?—Sally ignora el comentario de Mía.

Mía le propina una bofetada en la cara.

    —No te metas en mi vida— le advierte.

    —Si me pegas es porque te duele lo que te he dicho y me das la razón por tu comportamiento.

    —Si, perdí a alguien— Mía la mira a los ojos intentando descifrar a Sally.

—¿Cómo era?.

    —Era la persona más optimista que he conocido en mi vida, hacía que vivir esta pesadilla diariamente fuera más fácil a su lado.Siempre tenía la esperanza de volver a casa hasta que— Mía se calla en seco porque su llanto no le permitía seguir contando la historia.

    —Lo siento— Sally tira la metralleta al suelo y la abraza con fuerza.

    —Era nuestro hermano mayor siempre velando por nosotros— Mía le continua el abrazo hasta que vuelve a la realidad.

    —Vamos, vuelve a tu puesto— le recoge la pistola a Sally y se la entrega.

    —Solo una pregunta más—insiste Sally.

    —Di—Mia alza las cejas.

    —¿Cómo se llamaba?

    —Matt.

LA NUEVA ERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora