CAPÍTULO 2. ECOS EN LA NOCHE

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Una semana después...

A treinta y cinco pisos de altura, en un edificio abandonado, los gritos desgarradores de una joven rompían el silencio de la noche iluminada por una luna llena. El eco resonaba entre los muros vacíos del edificio abandonado, llenando el aire con una tensión palpable alertaban a quienes estaban dentro.

En el comedor, Drew repasaba un mapa extendido sobre una mesa de madera sin color. El tenue resplandor de la linterna hacía que las sombras de sus manos se proyectarán en las paredes. Su concentración era absoluta, inquebrantable, incluso con el aboroto.

—¡Drew, haz que se calle ya !— Mía exclamó desde la terraza, con su habitual tono brusco y directo.

Drew, no levantó la mirada de inmediato, pero al escuchar los pasos decididos de Mía acercándose, habló:

—Está teniendo una pesadilla—respondió, con calma, sin moverse de su posición.

—¡Pues despiértala!—. insistió Mía, entrando al comedor con el ceño fruncido y una mirada cargada de impaciencia, enfrentándose cara a cara—No tienes nada que hacer conmigo en un combate cuerpo a cuerpo—le espetó, mientras la miraba con desprecio—Si sigue gritando así, atraerá a los Sfongs.— Drew chasquea la lengua con los dientes.

—¿Y crees que despertar alguien en medio del pánico hará menos ruido?— replicó, dejando el lápiz sobre la mesa con deliberada lentitud.

—Siempre tienes una respuesta para todo, ¿no?— Mía cruzó los brazos, inclinándose hacia él con una mezcla de irritación y desafío.

—No es una respuesta, es un hecho— contestó Drew, encogiéndose de hombros.

La frustración de Mía quedó clara en la forma en que apretó la mandíbula. De pronto, con movimientos rápidos y precisos, Mía se agachó, sacó su querida Beretta 92 de su bota negra y, en un gesto casi coreográfico, apuntó directamente a la entrepierna de Drew.

—Escucha, Drew. Me importa una mierda que estés al mando cuando Cárter no está. Si no haces algo, lo haré yo. Y no te va a gustar.

Drew se mantuvo inmóvil, sin perder la compostura. Su mirada se fijó en Mía, helada, como si no acabara de procesar la amenaza.

—Si vas a disparar, asegúrate de que sea rápido. Tengo cosas más importantes que hacer que discutir contigo— Mía apretó los labios, visiblemente molesta por su indiferencia.

—¡Parad ya!— ordenó Maggie, quien se unió a la escena sujetando la pistola sin soltarla, mientras una sonrisa torcida se dibujaba en el rostro de Mia. Con un gesto brusco, descargó el cargador y lo dejó caer al suelo.

— Drew tiene razón — interviene Maggie suavemente, aunque con preocupación.— Si la despiertas de golpe podría entrar en pánico y armar más escándalo. Pero... debemos hacer algo.

Drew asiente, dándoles la espalda y se dirige a su cuarto. Sacó la llave de la puerta de sus vaqueros, retiró el cerrojo y se adentra en la habitación. Allí, encontró a la chica en su cama, convulsionando en medio de una pesadilla. Se acercó con cuidado y comenzó a zarandearla suavemente por los hombros.

—¡Despierta, despierta, despierta!

Finalmente, sus ojos se abrieron desorbitados, como si hubieran salido de sus órbitas. Drew intentó calmarla.

—Relájate, solo es una pesadilla.

Pero ella con voz entrecortada, contesta.

—No es solo una pesadilla...He vuelto a recordar algo de mi pasado.

LA NUEVA ERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora