Día 16: Gruñido
Al límite de nuevo de acabar el día, pero al fin estoy de vacaciones.
•••
Por poco terminaban los diez minutos de receso cuando William se escabulló del club. Deslizándose detrás de unos participantes que conversaban cerca de las puertas, se las ingenió para evitar que la anfitriona o los meseros se percataran, pero todavía no estaba seguro de dónde comenzar a buscar. Si su hipótesis era correcta, Sherlock se estaría ocultando en algún lugar del Soho*; no muy lejos ni tampoco demasiado cerca para que no le fuera extremadamente sencillo. Es lo que haría él mismo de ser aquel su juego, sin embargo...
Pasos le seguían. Apenas había andado media calle cuando lo notó. Era posible que el ligero rastro de feromonas que dejaba escapar, al no estar tomando inhibidores, hubiese atraído a alguien; o que uno de los pretendientes había decidido seguirle desde el edificio. Confiaba en que podría defenderse, aunque supuso que aquel collar que le señalaba como presa fácil era a la vez un punto débil. Tal vez impediría que un omega fuese mordido, pero cualquier alfa que tuviese una pizca de inteligencia para asirle por él conseguiría inmovilizarle.
Ralentizó la marcha hasta detenerse, preparándose para atacar primero. No obstante, antes de que se volteara, oyó el sonido de otro par de zapatos sobre el pavimento, y esta vez, se acercaban a gran velocidad. Les siguió un golpe y un quejido ininteligible.
―¿Tú qué mierda quieres? ―vociferaba la voz del desconocido, debatiéndose entre la pared y el agarre de Sherlock, cuando William se dio la vuelta. Era el tipo que le había estado observando dentro del salón; su siguiente cita―. Desapareció y pensé que...
―Pensaste en aprovechar la oportunidad y ponerle las manos encima ―completó por él, apretando el agarre sobre su cuello hasta hacerlo jadear―. Lástima. Escogiste al equivocado.
Desde su posición, a medio metro, William lo oyó gruñir. Dio un respingo ante el sonido gutural y su rostro desencajado por la ira; era la primera vez que le veía actuar así. Incluso la vez en que recibió un golpe por protegerle había estado menos molesto. Quizás fuera porque ahora estaban vinculados y cualquier amenaza a la unión sacudiría sus instintos, pero no iba a permitir que cometiera un crimen delante de sus ojos.
―Ya está bien, Sherlock ―le instó con urgencia, al tiempo que presionaba su hombro―. ¿Por qué mejor no vamos a casa? No me apetece terminar la noche en la comisaría.
Fue casi instantáneo, como si en la mente de su novio se produjera un cortocircuito al oírle. Su mano se aflojó y el sujeto se deslizó hasta el suelo mientras tosía compulsivamente. Todavía dedicó unos segundos a examinar el rostro de William, y después le tomó por el brazo, presto a salir de allí.
―Larguémonos antes de atraer más atención.
Salieron allí al trote, y es que razón no le faltaba: varias personas comenzaron a salir del recinto alertadas por el escándalo. William oyó que alguien les llamaba, pero no se volvió hasta que estuvieron un par de calles adelante.
Tras detenerse y recuperar el aliento, Sherlock fue el primero en hablar:
―¿Por qué demonios te fuiste sin ningún aviso?
―No lo hice, incluso te envié un mensaje ―aclaró, aun sintiéndose algo perplejo por lo ocurrido―. Creí que pretendías que te buscara fuera del club.
―¿Mensaje? ―masculló mientras rebuscaba en su bolsillo derecho. Al sacar el celular y mirarlo, su entrecejo se arrugó―. Está descargado.
―Ya veo, un descuido usual en ti.
―No te burles ahora ―le señaló, molesto―. ¿Cómo puedes creer que te haría deambular por ahí solo en mitad de la noche, con el riesgo que conlleva? Te pusiste en peligro innecesariamente.
No supo qué decir y terminó desviando la vista hacia la fachada de los edificios detrás de él. Aunque tuvo en cuenta varias, acabó escogiendo la alternativa más arriesgada y por un momento se sintió abandonado.
―Solo había salido a fumar por la puerta trasera ―añadió en tono más tranquilo, rascándose el cabello, al ver que William se demoraba en responder―. Ese lugar me estaba enfermando, la forma en que te miraban... ¡Ahg! Espero que te hayas divertido disfrazándote, porque no pienso volver jamás.
Lo observó refunfuñar y no pudo evitar sonreír levemente después de un instante. No tenía razones para sentirse solo estando con él.
―Parecías encajar bastante bien, estoy seguro de que más de alguien se interesó por ti ―repuso, tocando su antebrazo.
―¿Es broma? Esta cosa me está asfixiando. Y toda esa gente era de lo más insípida ―comenzó a aflojarse la corbata, pero entonces se detuvo y alzó la vista―. Sé que te sientes igual; ese collar no ha dejado de incomodarte en toda la noche. Deja que me encargue de eso por ti. ―Extendió la mano ante él.
Por unos momentos solo parpadeó de forma lenta, a pesar de saber bien qué era lo que estaba esperando. Al final se puso en movimiento y buscó la llave dentro de su billetera.
―Hacer esto en la calle podría considerarse escandaloso, ¿sabes? ―dijo al dársela―. Aunque no más que tu actuación de antes.
Sherlock insertó la pieza en la cerradura del collar negro y lo abrió con cuidado. En cuanto inspiró de nuevo, mirando se cerca sus ojos azules, sintió que algo más aparte de su garganta se liberaba.
―En ese caso, haré algo aún más escandaloso ―soltó él de forma repentina. Entonces se dio la vuelta, se precipitó hacia la fuente que tenían a algunos metros y subió los pequeños escalones en dos zancadas. Arrojó con fuerza el aro de metal directo al agua, como si fuese el fondo del mar y no un pequeño recipiente de piedra.
William se acercó hacia él; todavía escuchaba el eco del estruendo en sus oídos. El corazón se le había acelerado.
―Yo también pude ser como ellos, Sherly ―dijo, tomando su mano por la punta de los dedos, con la vista fija en la pileta―. Si me hubiese quedado en la casa de los Moriarty, habrían contratado los servicios de una agencia que facilitara compromisos.
Hubo una pequeña pausa, pero tras ella la respuesta de Sherlock fue contundente; tiró de él hacia sus brazos y descansó la frente contra la suya.
―Desearía haberte conocido entonces. Les habría dicho unas buenas palabras a tus padres.
―Lo sé, pero ya hiciste algo mejor que eso, y no hablo de lo de esta noche. ―Encogiéndose para recargar el rostro en su cuello, le susurró―: me viste de verdad, y por eso te amo.
Si había algún testigo de su pequeña escena, no le importó. Por esa noche nada podría alcanzarle.
•••
*Barrio de Londres con gran cantidad de restaurantes, bares, pubs y cafés nocturnos.
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Deseo sin fragancia
FanfictionWilliam James Moriarty procura esconder la clase a la que pertenece para evitar la discriminación y llevar una vida normal. Cuando Sherlock, un alfa, lo conoce, no logra identificar qué es lo que tanto le atrae de él. Omegaverse. Universo alterno...