Día 29: Cuidados
•••
Cayó dormido antes de que el nudo se deshiciese, y solo despertó cuando la luz del sol estaba por extinguirse. Confuso, rodó por la cama vacía. Se aferró a la almohada y percibió en ella aún el calor de Sherlock. No se habría levantado hace mucho.
Otra vez sentía calor, pero no quería pensar en ello. Siempre había detestado que aquella naturaleza de omega dictaminara su comportamiento y le encadenara con sus bajas pasiones; y aunque ahora había resuelto aceptarse a sí mismo en la medida de lo posible, eso no significaba que no iba a esforzarse por mantener el control.
Buscó a tientas su ropa, pero no la halló por ninguna parte. Encendió la luz y notó que no había prendas dispersas a la vista, a diferencia de lo que recordaba. La idea de que Sherlock hubiese ordenado el cuarto mientras él dormía le dejó entre perplejo y enternecido, aunque no fuese la primera vez.
―Oye, despertaste al fin ―escuchó su voz venir desde la puerta no mucho después. Levantó la vista y lo encontró vestido con una camiseta holgada y unos pantalones negros de chándal―. ¿Cómo te encuentras?
Se lo pensó en tanto él se acercaba al lecho.
―Creo que me duele un poco la cabeza ―dijo, llevándose la mano a la sien donde acababa de descubrir una ligera punzada a la que antes no le había prestado atención―. Aunque es insignificante.
Sherlock acercó los labios a su frente. Su aroma llenó sus fosas nasales y le hizo suspirar. Quiso volver a acostarse y arrastrarlo consigo...
―Tienes la misma temperatura que antes, lo normal en estas condiciones ―resolvió, interrumpiendo sus fantasías―. Por ahora te prepararé el baño.
―¿Vas a bañarte conmigo?
―Haré algo mejor que eso.
Cerca de quince minutos después, William se sumergía en la bañera. El agua tibia alivió el leve dolor en su espalda que solo había descubierto cuando se puso en pie, y también calmó de momento sus ansias. Detrás de su cabeza, Sherlock comenzó a enjabonarle los hombros. Si bien todos aquellos cuidados eran ciertamente placenteros, aún le seducía la perspectiva de enredar sus piernas con las de él dentro de la estrecha bañera.
―¿Qué hiciste mientras dormía? ―le preguntó, curioso― Aparte de ordenar nuestras ropas.
―Estaba preparando algo de comer. No esperes gran cosa, pero al menos te quitará el hambre.
―Creí que pedirías comida china o una pizza ―dijo, inclinándose para que le masajeara la columna.
―Dudo que quieras comer eso durante tres días, o no habríamos ido al supermercado.
Se sintió conmovido por segunda vez en medio de media hora. No estaba acostumbrado a tantas atenciones, así que no sabía de qué manera reaccionar.
―Sherly, no tienes que compensarme por eso. No fue tu culpa ―le señaló, con voz suave. Se dio la vuelta y pudo ver claramente el gesto contrariado de su boca.
―Ambos fuimos descuidados. No quiero ni pensar lo que podría haberte ocurrido de no estar yo ahí ―dijo, y por un instante vio un ramalazo de miedo enturbiar sus ojos azules―. Como sea, cuidaré de ti quieras o no, así que deja de quejarte.
William no pronunció más palabras, sino que extendió los brazos y le asió por la camiseta. Presionó sus labios, sacando medio cuerpo fuera de la tina, y permaneció en esa incómoda postura hasta que estuvo cerca de perder el equilibrio.
―Si no vas a entrar conmigo, ¿puedo esperar que me acompañes al cuarto al salir de aquí? ―le invitó, alzando una ceja―. Ya que deseas tanto cuidarme.
Con una pequeña inclinación de cabeza y una sonrisilla mordaz, él accedió a su capricho.
―Será un placer. ¿Se le ofrece algo más, lord Moriarty?
―Otro beso es más que suficiente por ahora.
ESTÁS LEYENDO
Deseo sin fragancia
FanfictionWilliam James Moriarty procura esconder la clase a la que pertenece para evitar la discriminación y llevar una vida normal. Cuando Sherlock, un alfa, lo conoce, no logra identificar qué es lo que tanto le atrae de él. Omegaverse. Universo alterno...