Día 24: Púas en la lengua
Regalo de casi navidad(?). Debo advertir que contiene escenas sexuales explícitas, y lo mismo será con varios de los siguientes capítulos debido a los prompts.
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Luego de llegar, el corto tramo en el ascensor, hasta el quinto piso en que vivía, se le hizo eterno. Sherlock le apretaba entre su cuerpo y la pared reflectante; los besos que le daba comenzaron a descender a lo largo de su mandíbula, así como su mano hizo lo propio en su cadera. Gimió contra su boca, por fin sin contenerse.
―Espera, Sherlock. ―Le detuvo de repente, haciendo el rostro hacia atrás―. Aún no; hay cámaras.
Sherlock le miró, torciendo el gesto como si no comprendiera lo que acababa de oír. Ciñó su cintura con más fuerza.
―¿Qué con eso? Por mí que disfruten del espectáculo.
―Es que tú ni siquiera vives aquí. Pero yo tengo una reputación que cuidar.
―Vamos, si es lo de menos en este momento...
Afortunadamente el elevador llegó a su destino instantes después, por lo que Sherlock dejó de quejarse.
Pese a lo que dijo, no era que estuviese mucho mejor en realidad. Sus piernas continuaban temblando y el calor que le asolaba le hacía sentir como si fuera a colapsar en cualquier momento. Previendo esto, Sherlock puso su brazo por encima de su hombro y le ayudó a llegar a la puerta. Le entregó las llaves y la abrió con movimientos desesperados.
Cuando llegaron al cuarto, a su nido, al fin pudo respirar aliviado a pesar de todavía estar quemándose. Tan débil se encontraba entonces que, mientras Sherlock se esforzaba en desnudarlo, decidió cederle el control y quedarse quieto sobre la cama. Solo mantuvo el agarre en su cabello para que no le dejara de besar.
―Aguantaste mucho tiempo ―dijo sonriendo apenas con los labios enrojecidos, en tanto tomaba sus manos para lograr separarse―, casi enloquecí cuando te vi en el piso.
―Creí que matarías a alguien.
―Si hacía eso, no podría complacerte ahora.
Se desprendió de la chaqueta, camiseta y pantalones. Lanzó las prendas a un lado de su cuerpo y volvió a inclinarse sobre él; contra su pecho agitado y entre las piernas trémulas que le envolvieron en un abrazo tórrido al primer contacto. William elevó la pelvis, siseando ante la incomodidad por no ser capaz de correrse.
Sherlock comenzó a lamer su cuello y a desplazar sus manos hacia abajo. A pesar de que cualquier estímulo le parecía insuficiente en ese momento y de que se quejó con un gruñido, su lengua terminó por distraerle. Aunque él fuese un alfa, sus púas no le herían, y por el contrario, era como ser acariciado con seda húmeda.
Cuando se deslizó a través de su torso para al final llegar hasta su erección palpitante, todo su cuerpo reaccionó con un fuerte estremecimiento de placer. Él agarró sus muslos para hacerse espacio, y la sola vista de su rostro depredador a punto de tomarle nuevamente lo hizo resollar.
―¿Te disgusta esto? ―Le preguntó, deteniéndose un instante. William no supo si lo decía en serio o si estaba burlándose de él.
―Lo descubriría si continuaras ―replicó―. ¿O te diviertes solo mirando?
―Solo quería asegurarme ―rio por lo bajo y dejó un beso en el interior de su muslo húmedo―. Y tú sabes que prefiero experimentarlo todo de primera mano.
William se retorció aferrándose a la colcha. Sus labios y su boca entera le envolvieron, atrapándole en una deliciosa prisión aterciopelada. Y aunque Sherlock también era inexperto, parecía divertirse bastante explorando su zona íntima con la lengua. Repasó la punta del pene con fruición, lo que le pronto le llevó hasta el límite.
―Supongo que ya tengo mi respuesta.
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Deseo sin fragancia
FanfictionWilliam James Moriarty procura esconder la clase a la que pertenece para evitar la discriminación y llevar una vida normal. Cuando Sherlock, un alfa, lo conoce, no logra identificar qué es lo que tanto le atrae de él. Omegaverse. Universo alterno...