Reencuentros, confesiones y más problemas

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Capitulo XVIII

Reencuentros, confesiones y más problemas.

NARRADOR OMNISCIENTE

La línea se quedó en completo silencio. La duda abarcaba a Emily y una montaña rusa de emociones era lo que sentía el Mayor General Stones al escuchar esta noticia.

Minutos después Emily vio a Salvador correr hacia el avión. Los ojos llorosos del general fueron lo primero que la chica notó al bajar una vez supo que no le dispararían. El verlo de esta manera, entre ido y vulnerable, le hizo sentirse mal por no haberlo contactado antes.

—¿Emily? No puede ser —se hizo escuchar con la voz rota.

—Jefecito —bromeo un poco la joven para tratar de restar la tensión en le ambiente. Los soldados que habían atendido la alerta de seguridad ya se habían retirado.

—No entiendo nada —dice.

—Te lo puedo contar todo si aceptas claro, sino puedo irme en estos momentos. Solo que de verdad necesito algo en lo eres el único que puede ayudarme... —antes de que pueda seguir hablando se escuchan pasos apresurados.

La vista de Emily se dirige a las cuatro personas paradas a pocos metros de ella. Lo poco que quedaba de lo que era el escuadrón B. No sabían ni qué hacer, tenían a su jefa, amiga y parte de su familia que creían muerta frente a ellos, viva.

A cada quien las emociones le estaban afectando de manera diferente. Lucifer veía todo desde la ventana, había extrañado tanto ese lugar. Nadie podía creer que después de casi tres años Emily estuviera ahí, justo frente a ellos.

Lo que hizo Salvador tomó por sorpresa a Emily, ya que de un momento a otro lo tenía rodeándola con los brazos muy fuertemente, era como si él creyera que si la soltaba se esfumaría en un dos por tres. Todo esto para él era tan irreal.

—Hablemos en casa —pide el General.

—Sobre eso... no vengo sola —le dice la chica Hunter—. Es una historia muy larga que ni yo termino de asimilar —empieza a explicar—, en total somos trece —termina.

—Que vengan igual —acepta el señor.

—Gracias.

Emily fue por los suyos— no voy a ir —repite por tercera vez Lucifer.

—Claro que lo harás —réplica Emily.

—No quiero —se queja como niña chiquita a pesar de tener ya casi 25 años.

—No te estoy preguntando.

—Ni yo —Lucifer se niega a bajar del avion—. Te estoy informando que no voy a ir.

—Oh, claro que lo harás —se mete Seamus y la toma desprevenida por la cintura cargandola como un costal de papas.

—¡Seamus! ¡Bájame ahora! —grita la chica pero él no acepta la orden.

Todos los chicos se adentran al inmenso campus de la EEM sin miedo a ser reconocidos, lo bueno que sus identidades no se conozcan.

El rumor de que la afamada Coronel Stones está viva y en la central, fluyó como agua. Nadie lo podía creer. Había quienes estaban felices por su regreso, otros no tanto y a otros más les daba igual.

Emily miraba con nostalgia el lugar, no podía negar que había pasado buenos momentos ahí. Mia observaba maravillada el gran lugar mientras ideaba las miles de cosas que podría hacer allí, y todo el espacio que tendría para jugar.

Una vez en la casa dorada todos se acomodaron en la sala y el General pudo reconocer a seis de las personas que acompañaban a su sobrina.

—¿Sargento Vargas? —su tono mostraba la incredulidad que sentía.

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