Los elotes no tienen maíz

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Capitulo XXIII

Gabriel Wembley

La pelea continuaba, las balas iban de un lado a otro y los cuerpos caían muertos por los impactos. Era un campo de guerra, la sangre estaba esparcida por todo el piso, los gritos de las personas tratando de comunicarse con sus equipos. La desesperación y el dolor era evidente en todos. Contemple la caída de uno de los Miller Black antes de que Emily pudiera cubrirlo, ella al instante se alteró, pero recobro la compostura y continuó con su trabajo. La chica rubia ayudó a su hermano menor a ponerse de pie, con un brazo lo sujetaba y con la mano que tenía libre disparaba a diestra y siniestra. Ambos se cubrieron con uno de los autos que había cerca. Varios de los hombres enemigos intentaron abrirse paso entre las balas y atacarlos, pero Emily lo evitó matándolos a cada uno con un tiro certero en la cabeza.

Eran pocos los sobrevivientes, la vista era horrorosa, muertos de ambos bandos regados en el piso con charcos de sangre a su alrededor. Emily y yo seguíamos con nuestro trabajo, aniquilar al enemigo. Por suerte, los chicos Miller había identificado el lugar de donde provenían las balas que mataban tan de repente al enemigo y empezaron a dejar de meterse en nuestro camino, eso definitivamente hacia el trabajo más sencillo.

Una vez era muy reducido el número de enemigos los rodearon y sometieron. A todos les quitaron sus armas, radios y comunicadores, despues de revisar que ninguno llevara consigo algún tipo de rastreador los ataron y encapucharon. Supongo que serían llevados a algún lugar para tratar de sacarles la mayor cantidad de información posible, con una buena tortura. Subieron a todos a una camioneta y se los llevaron obedeciendo la orden de Chris Miller.

Emily y yo seguíamos revisando el panorama en busca de alguien que quedara vivo o pusiera en peligro a los que estaban abajo, buscábamos cobre y encontramos oro puro. A una distancia aproximada a cincuenta metros, en la azotea de una casa estaba el soldadito de porquería. Él tenía un francotirador y estaba apuntando a el grupo donde estaban los Miller Black, Emily no iba a dejar que le hicieran daño a ninguno de ellos y disparó en contra de Rozzi. La bala dio justo al lado de donde su cuerpo reposaba, esto lo tomó por sorpresa y busco rápidamente de donde le habían atacado.

Lo siguiente pasó tan rápido, él nos encontró, disparó y Emily rodó en el piso empujándome con su cuerpo hacia la derecha logrando que la bala que iba directo a mi cabezo impactara en su brazo. Ella me había salvado la vida, y no solo eso, había puesto la suya en peligro para lograrlo. Recobró enojada la compostura, apuntó y disparó dándole en la pierna al chico. Él hizo una mueca de dolor y cojeando llegó a una camioneta, la arrancó y se fue a toda velocidad. Yo seguía sin procesar del todo lo que había sucedido.

—¡Preciosa! ¡Preciosa! —mi desesperación se nota en mi voz. La veo recostada boca arriba en el suelo con los ojos cerrados canalizando el dolor, muevo su cuerpo suavemente para que reaccione.

—Tranquilízate idiota, estoy bien —soltó un pequeño quejido por lo bajo mientras intentaba levantarse. Se apoyó con el brazo herido y volvió a caer.

—Déjame te ayudo —empezó a protestar alegando que ella sola podía, pero la ignoré y la ayudé a ponerse en pie.

La regaño con la mirada cuando veo que se empieza a estirar para dejar la sangre flui, me ignora olímpicamente y pregunta por el intercomunicador como se encuentra su amigo. De acuerdo a un chico llamado Alexandre, que es médico, el hermano de Alex se encuentra estable. La bala no comprometió ningún órgano vital. Rasgo una parte de mi camiseta y comienzo a parar el poco sangrado presionando en la herida, ella trata de aguantar en silencio el dolor. Hice un torniquete y la ayudé cargándola para bajar el edificio.

Minutos después estábamos en una situación un tanto peculiar— Gabriel, bájame ahora mismo —gruñó entre dientes.

—Nop. —la irrite mientras reía por lo bajo— Estás muy débil para caminar por tu cuenta. La había cargado como a un costal e iba boca abajo. Al llegar a donde estaba Chris Miller, Emily me había maldecido mas de mil veces, eso seguro. El señor Miller se puso pálido al ver que llevaba cargando a Emily y nos costó explicarle que no estaba grave, que simplemente eran ganas de fastidiarla y tenerla cerca, aunque eso no lo dije.

Siendo IdiotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora