Dos cortas semanas, desde que el grupo de migrantes se había logrado acoplar a la vida que por ahora tenían.
No les habia tomado mucho tiempo en encontrar un lugar donde ayudar; así pues, a la abuela Sara le llegaban varios pedidos de tejidos, desde remiendos sencillos de ropa hasta hacer una bufanda, gorro o ruana.
La Señora pasaba más que entretenida, pues si no era su trabajo, a veces Gabriel salia y debía cuidar de los niños.Carolina y Santiago le eran de mucha ayuda; eso sí, cuando no estaban fuera de casa trabajando también. Los adolescentes eran llamados de forma continua para pintar alguna casa, muebles o incluso cercas.
Esto gracias a que una tarde habían sido vistos retocando el mural de la familia Madrigal, puesto que ya se veia algo pálido y desgastado en aquella pared de la plaza. Por ello, los chicos decidieron devolverle sus colores, sin saber que eso causaría que los pobladores quedarán encantados con sus habilidades en trabajos manuales.Y sobre Gabriel, bueno...la situación de él fue un tanto extraña pero conveniente.
Fue una tarde donde el pequeño Antonio llamó al Herrera para que revisara a su jaguar, ya que el pobre animalito había expresado su incomodidad al Madrigal menor.
El felino sentía un malestar en su boca que le irritaba y evitaba que pudiera comer con normalidad, comunicándoselo así al amante de los animales.Antonio podia entenderlos, pero por más que quisiera ayudar no sabia que hacer, no era un médico; sin embargo, por fortuna conocía a un veterinario que podía sacarlo de su aflicción.
—Lo que me temía, tiene una infección en las encías— expresó Gabriel mientras retiraba la pequeña lupa de las fauces del jaguar y la colocaba en la mesita de la sala. —¿Comió algo que no debía acaso?—
El felino miró a Antonio con una mueca de vergüenza, mientras el niño negaba en desaprobación.
—¿Puedes curarlo?— cuestionó esta vez dirigió su mirada al mayor.—Me temo que no tengo medicamentos conmigo y si los hiciera, tardaría mucho en encontrar materiales y mucho más en que tu jaguar se sienta mejor—
El niño de 10 años se preocupó ante la negativa, deseando que hubiera un modo más fácil. Así como cuando su tia Julieta cocinaba para las personas del pueblo y estas se curaban al instante de probar sus delicias.
—¡Eso es!— gritó, orgulloso de su idea. —Talvez tía Julieta nos ayude —La mujer mordió la uña de su pulgar al oir la ocurrencia de su sobrino.
—Toñito, yo...me encantaría ayudarte pero, nunca lo he intentado antes——Estoy seguro de que Gabriel conoce las comidas de cada animal, ¿No es así?— El moreno le regaló una mirada de insistencia al veterinario, en busca de una respuesta que le ayudara a convencer a su tía en aceptar.
—Si, claro—
—¿Lo ves?— siguió el de cabellos afro. —Y si tu le pones tu toque, sé que tus habilidades curativas se transmitirán a ellas—
"En serio quería hacer algo por esas criaturas, ¿Verdad?"
Después de un "Por favor, Tigger te necesita" y ver al pequeño en su jaguar, con sus manitas juntas frente a ella, la Señora dijo: —Haré lo que pueda —
"Que no lo haya intentado antes, no significaba que fuera imposible "
Lo siguiente fue ver a un Gabriel, dándole los materiales para que Julieta preparara los alimentos debidos.
Un poco de atún y sardinas, servidos por la mano de Julieta en croquetas, bastaron para que el jaguar de Antonio recobrara su salud bocal en segundos.Julieta no podia creer lo que había logrado, dándose cuenta que su don no solo se limitaba a las personas, tuvo la curiosidad de ver que tan lejos podían llegar sus platillos.
Dando como resultado, la respuesta perfecta de como el don de Antonio y los estudios del zoólogo podían colaborar dentro de la comunidad de Encanto.
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Let's talk about the Madrigal's 🦋🌱
Fanfiction-.-.-.-.- ¡Contiene Spoilers! Hablemos de Los Madrigal. Una familia con Encanto, donde cada uno tiene fascinantes dones otorgados por un Milagro...literalmente. Sus dones son especialmente para servir a su comunidad, ¿Verdad? Sin embargo, con cada...