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Julieta tiritaba un ritmo nervioso con las yemas de sus dedos sobre la mesa. Ver a su sobrino mayor hacerle mala cara a su plato la flijió, así pues decidió preguntar si había algo mal con este.
Y es que, los demás comian normalmente; excepto por el hecho de que estaban atareados por la cuenta regresiva de la boda.

—Perdonen que la noche de hoy sea recalentado, pero hoy no pude regresar a tiempo. Hubo más mascotas enfermas de lo usual— se disculpó, imaginando que era por eso que al camaleón no le pareció la cena. —¿No tienes hambre Cami?—

El nombrado atendió al llamado de su tía, quedando atónito ante el gesto de aflicción que la mayor transmitía. Solo se sentía indispuesto, no se imaginó que su actitud afectaría a la cocinera.
—No tía, no es eso—

—O puede recalentarte otra cosa— Alma pensó en otra solución. —Hay más platillos en el refrigerador, ¿De qué tienes hambre?—

—De Santiago Rodriguez — murmuró Mirabel, amortiguando su tono con el vaso de refresco.

—Ya basta— Camilo retó, no quería hablar de esto con su familia, pues él podía arreglar sus problemas solo.

—Eso quieres— repitió la de lentes en un tono de inocencia fingida, tentando al destino.

—Dije que basta cara de insecto— protestó entre dientes.

Mientras tanto, Antonio intentaba comparar la cara de su prima, sin lograr encontrar un parecido con alguna de las millones de especies de insectos que él conocía.

Mirabel lo miró fijamente en tanto Camilo se sentía cada vez más desnudo ante el repentino análisis de la rizada. —Sip, eso quiere — concluyó, logrando que el contrario se hundiera en su silla y saliera del comedor.

El resto de la familia lo miró preocupado, compartiendo miradas para saber quien estaría más capacitado para ir a hablar con él.
Pepa y Felix se debatían finalmente para que el moreno hiciera una seña de querer ir tras él; empero, Antonio se le adelantó diciendo "Déjenme tratar", mientras desaparecia por donde su hermano mayor lo hizo.

—Los niños de ahora necesitan tantos empujones— comentó Mirabel hacia Luisa, quien parpadeó sin entender completamente.

Tocó la puerta que tenía grabado la figura del castaño, para que luego esta brillara al ser abierta por el dueño.
Camilo asomó su cabeza, sorprendiéndose al ver que de todos sus familiares, Toñito era el que lo esperaba del otro lado.
"Pasa", susurró haciéndose de lado.

Antonio reconoció que el diseño de la habitación había cambiado para acoplarse al humor de su hermano. Era más neutra, pero siempre con un par de elementos característicos del rizado.

—Quiero ayudar, pero necesito que me cuentes todo lo que pasó — Antonio se aproximó a la hamaca donde su hermano se encontraba recostado. El chico rascó sus cabellos y le regaló una mueca al más joven.
Las palabras no fueron necesarias para que el moreno entendiera que no podía contarle todo exactamente.
—Bueno, al menos una idea para que sepa qué hacer —

El mayor suspiró y resumió: —Thiago y yo nos hemos distanciado por un malentendido —

—Pero eso... no es algo que no pueda arreglarse conversando — dijo Antonio tratando de comprender lo difícil de eso. A veces no entendía como los mayores transformaban cosas sencillas a complicadas.
Llegó a la conclusión, de que eso dependía de la situación y de cada persona, así que decidía mejor no juzgar e intentar cooperar en la solución.

—Lo intenté —

—¿Y qué pasó?—

—Ocurrió un temblor...literal—
Toño también lo había sentido; de hecho, Gabriel lo cargó hasta fuera de la veterinaria para evitar que les cayera algo en sus cabezas, así que no podía decir que fue por su imaginación o falta de seguridad.

Let's talk about the Madrigal's 🦋🌱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora