32. Percatarse

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Los siguientes días fueron mas de lo mismo, pesadillas, cansancio, dudas y tristeza

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Los siguientes días fueron mas de lo mismo, pesadillas, cansancio, dudas y tristeza. Oriana aun no decide si entregar las pruebas, pero tome la decisión que tome yo estaré ahí para apoyarla, estoy seguro que Mónica ya sabe dónde estoy y con quien estoy, pero en estos momentos me importa muy poco lo que pueda pasarme, solo me preocupa Oriana que se niega a ir con su psicóloga y los medios siguen atacando a Oriana, son crueles, nunca miden lo que dicen.

Desde la muerte de los perritos, Oriana no ha ido al trabajo, exactamente dos semanas, hay días donde se me necesita y yo tengo que ir, hoy es uno de esos días, tengo que ir a una reunión y voy a pasar por la Torre Kuat para ver que nada se haya derrumbado, tengo que asegurarme que todo este bien para cuando Oriana se recupere.

Termino de colocar el vaso con jugo en la bandeja de desayuno que prepare para Oriana y subo con ella en las manos las escaleras, al entrar Oriana está hablando por teléfono.

Si... lo espero en una hora— y cuelga.

—¿Quién era? — me atrevo a preguntar al tiempo que coloco la bandeja en una de las mesas auxiliares de la cama.

—Mi abogado— toma el vaso de jugo y le da un largo trago, al terminar relame sus labios y unas casi imposibles ganas de besarla me entran, hace mucho que no nos besamos, pero pasara cuando ella este lista.

—¿Por qué viene tu abogado? — algunos mellones de cabello se le escaparon de la prisión que eran sus orejas al ella inclinarse a tomar un wafle.

—Para quitar de mi testamento a Dove, Coco y Oscar— inconscientemente tomo unos mellones y vuelvo a colocarlos detrás de su oreja, pero me detengo al escucharla.

—Pero ¿Estas segura de querer hacerlo tan pronto? — tengo miedo que vuelva a caer en la depresión de hace días donde no quería ni siquiera levantarse de la cama.

—Si, tengo que hacerlo— simplemente asiento en respuesta.

De repente ella se acerca y une nuestros labios, algo que me toma por sorpresa unos segundos, pero luego respondo al anhelado beso, es un beso suave y extrañamente triste, solo dura unos pocos segundos.

—Esta noche tú y yo vamos a ver Friends, cómo hace mucho que no lo vemos— acaricio su mejilla y ella recarga su cara en mi mano.

—Está bien.

—Te quiero— más que eso, pero no quiero asustarla.

—Te amo— eso si no lo esperaba, el próximo minuto es de mirada fijas y de un silencio sepulcral, salgo de la ensoñación cuando Oriana pasa su mano repetidas veces frente a mis ojos con una expresión divertida —¿Sorprendido señor Megalos? — amo verla feliz.

—Señorita Kuat... cuidado con esas confesiones, puede espantarme— termino acercándome a ella y haciéndole cosquillas.

—¡Basta! — se carcajea tan fuerte que me detento, me acerco y deposito un corto beso en su frente.

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