19. Siendo estúpidos

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Oriana Kuat

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Oriana Kuat

Y así media hora después un batallón entraba a la sala de espera, compuesto de una mujer muy elegante, Milenia Klarson Megalos, una reconocida diseñadora de moda; un hombre de semblante amable, Andrew Megalos, un encargado de bienes raíces de las mejores casas en Miami, también están las hermanas de Ethan, una mayor y otra menor, Anabelle y Rosalin Megalos.

Ellos vienen hasta Kate con angustia en sus rostros.

—¿Qué pasó? ¿Qué le pasó a Ethan? — habla la madre de Ethan, se ve de verdad aterrada, Ethan tiene una gran familia y se nota que son unidos.

—Ethan tuvo un ataque de pánico, lo están atendiendo— la mujer asiente, siento un peso sobre mí y es la mirada de la mayor de las hermanas, Rosalin, ella me mira seria, intentando intimidarme, pero no funciona.

—Ella me agrada— habla esta así haciendo que sea el centro de atención de todos.

Que linda forma de conocer a tus suegros y cuñadas.

En realidad, ya no lo son, Ethan y yo ya no estamos juntos.

No me vengas con esas estupideces, cuando te enteraste que él estaba mal prácticamente corriste.

Mejor me reservo comentarios.

—La novia de Ethan— dice la madre de Ethan, me regala una pequeña pero sincera sonrisa.

—El maldito nunca quiso llevarte a casa— habló ahora la hermana menor, Anabelle, apenas una adolescente de 17 años —Ponía la estúpida excusa de que todavía se estaban conociendo.

—Ana ese vocabulario— regaño su madre.

—Andrew... Un placer— me extiende la mano, yo me pongo de pie y le devuelvo el saludo.

Trato de sonreír y creo que lo logro un poco —Es un placer conocerlos a todos.

—El tonto de Ethan no quiso llevarte a casa, decía que todavía era muy pronto— habla Milenia —Lástima que nos conociéramos en esta situación.

—Si— asiento al mismo tiempo.

¿Qué paso? ¿Con tus suegros no eres tan valiente?

Te odio.

Cariño, soy tu misma, no es sano eso.

Ni is sini isi.

Inmadura.

—Pero ¿Por qué le pasó esto a Ethan? — quién habla es Andrés y yo creo que sé la respuesta.

—Creo que fue por mi culpa— la pena es clara en mi voz, la verdad es que estoy confundida, no solo es pena también es confusión.

¿Él estuvo jugando conmigo?

—¿Por qué lo dices? — pregunta Rosalin.

—No peleamos muy fuerte— simplemente digo, es tan confuso lo que siento, mi cerebro me dice una cosa, mi corazón otra cosa y mi cuerpo me pida algo más.

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