38. Mas allá de la muerte

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Ethan Megalos

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Ethan Megalos

—Ethan.

Observo por la ventana el hermoso clima que hay, el sol brilla en todo su esplendor, el cielo despejado y hay niños jugando fuera aprovechando la falta de frio; tan irónico, tan hipócrita, como si todo fuera perfecto.

Si hay un dios ahí arriba debe ser un desgraciado ¿Cómo puede pintar un día tan perfecto y no permitirle verlo a ella? ¿Cómo puede pintar un día tan perfecto cuando yo me estoy ahogando en mi dolor?

Falsedad, eso es lo que veo cuando miro por la ventana, falsa felicidad, falsedad que la gente confunde con felicidad y yo abrí los ojos, el golpe de realidad fue tan fuerte que apenas y respiro.

—Ethan— vuelve a llamarme Angela.

Volteo a verla, siento cierto resentimiento hacia ella, resentimiento porque ella me despertó del mundo tan perfecto que tenía con ella y de algún modo resentimiento por ella estar en una silla de ruedas, tal vez porque ella no pudo subir las escaleras y detenerla antes de que se tomara ese frasco de pastillas, llamar a emergencias a tiempo.

Quizás el desgraciado soy yo por tener este sentimiento y estos pensamientos y Dios solo me esta dando lo que merezco, quitándome a la persona que más amaba, pero ¿Qué culpa tenía ella?

—¿No se supone que es prohibido que me atiendas?

—Tus padres me lo pidieron— claro, como todo lo que haga, hable, respire y piense debe ser custodiado por ellos, un juez lo dictaminó, que estaré en custodia temporal de mis padres hasta que mejore ya que soy un peligro para mi mismo y para la sociedad, dijeron que si no mostraba mejora me internarían en una clínica.

Puta vida.

—También era prohíbo que fueras la psicóloga de ella— no puedo ocultar el resentimiento en mis palabras, la culpo tanto a ella como a Mónica, con quien luchare para que pague con creces.

—Oriana me lo pidió, intente persuadirla pero ya sabes como era— la sola mención de su nombre acompañado de un verbo en pasado me quema.

—En realidad no, no pase tanto tiempo con ella como para conocerla tanto como tú.

—¿Quieres que hablemos más sobre eso?

Niego con una sonrisa irónica en la cara —¿Para qué? ¿Para terminar como ella? No gracias.

Se que mis palabras le dolieron porque tiene que mirar hacia la pared por unos segundos y sus dedos aprietan el blog de notas en su regazo.

—¿Por qué estas en silla de rueda?— tengo el descaro de preguntar y ella se lo toma con sorpresa abriendo sus ojos tanto como es posible.

—Un accidente de coche.

—Y no te moriste— asiento levemente mirando el techo esperando que se largue y me deje en paz, pero no lo hace.

—No Ethan... no morí— sorprendentemente ha mantenido la calma como todo una profesional.

—¡Sabías lo de la violación y nunca dijiste nada!— grito ya no pudiendo aguantar todo lo que tengo por dentro, exploto todo lo que me esta envenenando —¡Sabías lo de los abusos y callaste, dejaste que ella llegara el límite! ¡Si supieras el odio que te tengo!

—No estaba en mi deber exponer los traumas de mi paciente— su puta voz sigue con tanta calma que solo hace que mi calma cada vez abandone más mi cuerpo.

—¡Y una mierda! ¡Ella te veía como su madre! ¡Confiaba ciegamente en ti y tú la traicionaste!

—¡Yo no era su madre!— explota por un momento pero se recompone recuperando su calma inicial —Era su psicóloga Ethan, no su madre, yo la amaba, la amaba como a una hija, pero primero era su psicóloga.

—Pues hiciste un pésimo trabajo porque ella está muerta— al terminar la oración sollozos salen de mí, es la primera vez que lo digo, ni siquiera me permitía pensarlo, el solo hecho de pensar en pensar en eso me quemaba, traerlo a mi mente solo me haría llegar al punto en que estoy ahora.

Esta vez ella no tiene la fuerza para mantenerse firme y lagrimas salen de sus ojos, tiene que cubrir su boca con sus manos para acallar los sollozos y yo siento satisfacción, satisfacción al verla aunque sea una decima parte tan destruida como yo lo estoy.

—¿Y crees que yo no me culpo? ¿Crees que no me odio por poner mi trabajo antes que ella? Lo hago, me culpo tanto por no tener la fuerza que tuvieron tus padres para hacer que un juez me hiciera tomar decisiones por ella y evitar lo que paso— las lagrimas salen sin parar de sus ojos y de los míos —Yo solo quería darle la fuerza a ella para hacerlo, para enfrentarse, pararse firme y pelear... pero fallé.

—Lo hizo, se paró firme y lo enfrentó toda su vida, luchó tanto para irse de ahí— fuertes sollozos salen de mi y no intento disimularlos, simplemente lo dejo salir.

—Ethan sé que la amabas...

—La amo— la interrumpo antes de que diga algo que nunca pasará, porque yo nunca dejaré de amarla —Así como ella me amo hasta después de la muerte yo la amare más allá.

—Ethan...— limpia sus lagrimas —Estas romantizando algo que nunca fue, eso no paso... no estas viviendo tu realidad— da un trago fuerte y estoy seguro que son sus lagrimas —Oriana se ha ido.

No puedo respirar, cada vez que me viene a la mente que ella ya no está, que no volveré a hablar con ella, a tocarla; siento que no puedo respirar, siento que muero de manera lenta y tortuosa.

—Necesito amarla— veo borroso por las lagrimas incontrolables que salen de mí, no me las trago, simplemente lo dejo salir.

—Ella no está, pero eso no significa que no puedas amarla... fue el amor de tu vida, no es fácil simplemente dejarla ir— coloco una mano en mi pecho, no se si tratando de que llegue mas aire a mis pulmones o tratando de sostener los pedazos de mi corazón —Pero si sientes que necesitas dejarla ir para poder respirar... para sobrevivir... hazlo, nadie te juzgara por sobrevivir.

—¡No puedo! No puedo dejarla ir sin más, olvido hasta como respirar cuando de ella se trata.

—¿Crees que ella hubiera querido eso? ¿Crees que ella estaría feliz sabiendo que te estás matando lentamente?

Niego —Pero no es tan fácil ¿Cómo puedo simplemente dejar ir al centro de mi universo?

—No Ethan, ella no es el centro de tu universo, lo era, ahora el único centro de tu universo debes ser tu... nadie más.

Asiento levemente calmándome un poco.

—No te quiero como mi psicóloga, no importa lo que digan mis padres, no colaboraré si eres tú.

—Entiendo, estas en todo tu derecho, de todos modos no iba a aceptar el caso, solo quería saber cómo estabas.

—Vete por favor.

Asiente y se va dejando mi expediente en la mesa y yo vuelvo a mi posición inicial de ver el paisaje tan hipócrita que hay afuera.

Asiente y se va dejando mi expediente en la mesa y yo vuelvo a mi posición inicial de ver el paisaje tan hipócrita que hay afuera

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Creo que el proximo capitulo será el final, no estoy muy segura.

XOXO

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