Prologo

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Tomé una respiración profunda y escuché el viejo rumor de mi corazón

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Tomé una respiración profunda y escuché el viejo rumor de mi corazón. Yo soy, yo soy, yo soy.

Sylvia Plath.

Oriana Kuat

—¡¿Cómo que ya la compraron?!— grito a este estúpido que solo sirve para cobrar su sueldo.

—Si señorita... ayer cuando me pidió que le trajera el contrato de compra de la plataforma, me contacte con su gerente, pero ya la compraron hace tres semanas— este maldito se merece que lo castren, no debería reproducirse -hay que tratar de librar al mundo de tanto idiota- me enfurece que hayan personas tan incompetentes.

—¡Pero yo te dije hace dos meses que la compraras! — trato de calmarme porque a este paso lo voy a estrangular, él solo me mira como si su maldita cara de imbécil lo salvará de tener una conversación con el tipo de recursos humanos, increíblemente solo duró 6 meses aquí.

Solo cálmate Oriana.

—Si señorita... pero pensé que no era importante— uno, dos, tres, uno, dos, tres; creo que con este tendré que contar hasta cien.

—Con lo que te pago no solo estas para pensar... también es para acotar mis órdenes... entiende... jefa— Me señalo a mí misma —Subordinado— lo señalo a él.

—Si señorita... pero...

—¡Ya te he dicho que dejes de llamarme señorita!— lo voy a matar.

—Lo siento señori... señora— inútil, inútil y mil veces inútil.

Le he dicho un millón de veces que me llame por mi nombre.

—¿Quién la compró? — pregunto mientras me siento en mi escritorio, tomo mi computador y busco entre mis archivos una carta de despido.

—Señora... es que...

—¡Dime!

—Ethan Megalos— estas muerto.

—Estaba pensando en despedirte, pero acabas de ganarte algo mejor— dejo esa de lado y busco una de renuncia.

Lleno todo lo necesario mientras veo como casi sus ojos salen de sus orbitas, quiero reír, pero debo mantener mi apariencia.

—Señora perdón... es que creí...— mientras habla y balbucea imprimo el documento y ahí lo interrumpo.

—Es una lástima que yo no gasto mi dinero en ti para creer sino para actuar cuando te lo digo— tomo un bolígrafo azul de un cajón pongo la hoja con el bolígrafo sobre el papel, frente a él —Firma esto.

—¿Qué es? — dice inseguro sin tomar el documento ni acercarse a mí, este cree que le voy a lanzar un zapato ¿O qué? Que ni crea que voy a arruinar mis zapatos nuevos en él.

—Ven y léelo... no te voy a obligar a firmar nada, firmaras si quieres— él se acerca y empieza a leer, disfruto ver como su cara se pone de tres colores y termina en blanca.

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